Vendimia. Tiempo de nervios, de incertidumbre de ojos mirando hacia el cielo. La vendimia comienza a generalizarse, lenta y tímidamente. Tiempo de paciencia, que en vendimia no suele abundar. Aparece el primer remolque vestido con su lona o repleto de cajas vacías y los caminos cambian su imagen y pasan a ser redes de tránsito. Paciencia. Estamos ante un vendimia lenta, selectiva y en la que los nervios, amén de la climatología, pueden hacer que muchos euros se pierdan por los caminos.
No sé si el cambio climático o la precicitación han hecho madrugar en exceso la recogida en los últimos años. Los pueblos vinícolas viven asustados por el retraso en la vendimia, pero es que el retraso no reside en el corquete o la tijera, sino en la uva. Las variedades blancas andan justas y con problemas y las tintas retrasadas, salvo en La Rioja Baja. Vendimias como antaño, en las que la Virgen del Pilar marcanba el inicio y reunía a la familia. Y así será. En el año 2000 en La Rioja Alta se estaba vendimiando en la festividad de Todos los Santos; en el 2006, días y días de lluvia interrumpieron la vendimia durante dos semanas. Paciencia.
La calma es una virtud que puede engordar el bolsillo. Calma y riesgo. Puedes ganar o perder. Medio grado alcohólico puede suponer una diferencia de 0.20 euros por kilo, sin hablar del ph o de la sanidad. Se asume o no se asume. Y hay que echarle un par. Pero tampoco hay que infravalorar el trabajo de un año por un ataque de nervios. Suerte, aunque la fortuna ya no reside tanto en vendimiar y vender como sí en cobrar.