Vendimia generalizada en Rioja y casi al esprint. Todos corriendo. Las prisas sigue siendo malas consejeras, pero aquí no vale. Hay que recoger las uvas. Un día están sanas y al siguiente se pudren. Vamos, todos a la viña. Que dicen que mañana lloverá. Es la locura de la vendimia. No sé si bendita o no, pero una auténtica locura. Hay poca uva, hay mucho grado, hay poco grado, hay mucha uva. Comentarios repetitivos.
Este año ha querido que la vendimia coincida como nunca en las subdenominaciones. Mucha demanda y poco oferta. De gente, me refiero. Porque si algo no ha cambiado es la búsqueda de cuadrillas. Un odisea encontrarlas. De españoles, impensable a pesar de esos más de cinco millones de parados. ¿Dónde están? De vendimiadores extranjeros, menos complicado siempre y cuando no caigan en manos de intermediarios que quieren ganar desde el sillón que cortando uva. Pero en el fondo, el gran problema de Rioja es que no hay una oficina de trabajo temporal que facilite encontrar personal. Exigencias al agricultor, todas. Derechos de éste, pocos. Y ya no hablo de lo que significa entregar un año de trabajo sin conocer la contraprestación. Ni siquiera si cobrarás. Vamos, una locura.