Los autobuses vacíos
Aquella mañana, Pedro Sanz amaneció melancólico. Tal vez porque llegaba la Navidad y veía brillar las lucecitas del Espolón desde las estancias del Palacete. Se acarició el mentón, miró unos papeles y señaló una cifra a los periodistas de esta casa que le entrevistaban. En esos dígitos se escondía el importe que exigía arreglar […]