El 22 de noviembre, a la entrada del Parlamento de La Rioja, se organizaron por su cuenta las respectivas huestes de los llamados animalistas, partidarios de la ley de protección animal que ese día aprobaba el Legislativo regional, y los defensores de la tradición taurina y del ejercicio de la caza, quienes creían amenazadas ambas actividades si, como temían y como ocurrió, se aprobaba el nuevo marco legal. Si se permite la hipérbole, esa imagen algo tenía de extensión de la vieja y temible idea de las dos Españas, alineadas también por un curioso corsé ideológico: según parece, los primeros representan a las doctrinas más progresistas, mientras que por el contrario los segundos encarnan una visión más conservadora de la sociedad. En medio de ambas formaciones, un limbo. La nada, el vacío. Unos y otros acudieron a la puerta del Hemiciclo pero decidieron ignorarse, sin concesiones a la interactuación ni atreverse a cualquier acercamiento. Una estupenda metáfora de esta sociedad tan poco civilizada que se nos está quedando.
Una metáfora que además replicaba a escala cuanto ocurría dentro del antiguo convento de La Merced, donde sus señorías se dividieron en dos mitades de acuerdo con esa misma segmentación ideológica. Las fuerzas de izquierda, a favor del proyecto de ley, reforzadas en este trance por Ciudadanos; la derecha, en contra de un texto legal que revolucionaría a nivel riojano ese universo de la defensa animal, muy proclive a desatar el lado emocional de quienes participan en tal debate. De nuevo, las dos Españas. Abocadas a enfrentarse. Sin opción de acuerdo. Como quiera que las enmiendas impulsadas por el PP fueron desestimadas y la ley salió adelante, fuera de los muros del Parlamento la noticia fue recibida con alborozo por los seguidores del animalismo. Hubo entre ellos quien incluso lloró. En abierto contraste, cazadores y taurinos permanecieron con el semblante entristecido.
Pero, como es norma en esta legislatura, tal vez lo más interesante de cuanto sucedió durante ese pleno se perpetró entre bambalinas. Más allá del amor de sus señorías por perros y gatos, la verdad es que sobrevolaban por el debate las tensiones internas que tienen en combustión a Ciudadanos. Porque la ley se aprobó con una exigua mayoría: 16 votos a favor, 15 en contra. Puesto que hay 33 escaños en la Cámara, faltaban dos para que la suma total se completara, correspondientes a sendas ausencias en la bancada naranja. Casualmente, su portavoz, Diego Ubis, iniciaba ese mismo día un permiso de paternidad y no se presentó a la sesión… aunque sí estuvo por el Parlamento. «Fui a llevar unos pasteles para invitar por el nacimiento de mi hija», se justifica ahora. Luego, según su propia versión, abandonó la Cámara «porque tenía que ir a la Seguridad Social» a presentar unos papeles. Ese mismo día, compaginó sin embargo su ausencia de sus obligaciones como diputado con su asistencia a un acto social que por la tarde sí exigió su presencia, según confesión propia: «Lo tenía marcado en la agenda desde hace tiempo». ¿De haber asistido al debate hubiera seguido la disciplina de voto? Ubis asiente: en efecto, hubiera votado a favor. ¿Contaba su partido con la anuencia de Ciudadanos a nivel nacional para impulsar una ley tan controvertida? También responde que sí.
A su jefe de filas le acompañó en una táctica similar David Vallejo, parlamentario a punto de dejar de serlo: ha comunicado ya su intención de abandonar el Legislativo, donde siempre ha dado la sensación de haber podido ofrecer algo más de sí, maniatado por una estrategia de su grupo imposible de descifrar. Vallejo se reconoce todavía más partidario de esa ley que su colega Ubis, que hubiera votado con gusto de no haber mediado un compromiso de orden laboral: a diferencia de sus compañeros de escaño, Vallejo compatibiliza sus exigencias parlamentarias con una profesión al margen de la política. «La ley cuenta con mi respaldo en la mayor parte de los puntos», aclara. Y enfatiza: «Es una ley buenísima, muy avanzada y muy interesante». A su juicio, la polémica suscitada sólo obedece a la necesidad del grupo parlamentario que apoya al Gobierno de buscar un relieve mediático de alcance nacional. «Es lo mismo que intentaron hacer desde el PP con la polémica del euskera», sostiene.
Pero sólo son sospechas. Porque en este debate, como en la legislatura entera, prevalece el lado oscuro de la política. La parte que discurre entre tinieblas, de donde sólo emergen las evidencias de cuando en cuando. La genuina verdad se resiste a aparecer, porque sus señorías son duchas en el arte del fingimiento, aunque no hasta el punto de camuflar en medio de esta discusión sobre quién ama más a sus mascotas algún hecho incuestionable. Uno, que no puede leerse tanto vaivén naranja en esta cuestión sin atender a las derivadas de las tensiones por cuadrar la lista del 2019, toda vez que Ubis se dispone a aceptar el pulso que le envía la cúpula de su partido. Y dos, que no se entiende por el Senado, como avisan algunos de sus integrantes, que el PP le reserve la presentación del recurso de inconstitucionalidad, potestad que también incumbe al Gobierno de La Rioja, cuyos miembros dudan de si tienen (de verdad) semejante competencia. Aunque es verdad que si así lo hiciera, Ciudadanos acabaría de mosquearse. Y entonces, guau: adiós de verdad al Presupuesto.
LA LETRA PEQUEÑA
Andreu y Ocón, visita a Moncloa
Concha Andreu se tuvo que ausentar el miércoles de la charla protagonizada por José Ignacio Ceniceros en Logroño, donde el presidente disertó sobre su visión de la realidad política y económica de La Rioja. Le aguardaba otro presidente, en este caso para almorzar: como candidata socialista al Gobierno regional, había sido convocada junto con Francisco Ocón a reunirse con Pedro Sánchez en Moncloa, en compañía de otros líderes regionales. Donde se encontraron con que el Rioja había vuelto al Palacio (fue el vino elegido para el almuerzo) y con un jefe del Gobierno dispuesto a agotar toda la legislatura.
PSOE logroñés, el barullo eterno
Asistentes a la asamblea que el PSOE logroñés celebró el miércoles apuntaron hacia el grupo que apoyó a Beatriz Arraiz durante las primarias para señalar a la militante que, a última hora, presentó una propuesta de resolución planteada como una crítica hacia el aparato del partido en el diseño del proceso interno que concluyó con la derrota de su candidata. Esta afiliada, que acompañó a Arraiz en la lista al Ayuntamiento en el 2015 y pertenece a su sector más cercano, provocó una votación donde, por exiguo margen, salió triunfante en efecto ese dardo hacia la cúpula regional. Donde se encuadra semejante colleja en la eterna tendencia al barullo propia de los socialistas logroñeses.