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Jorge Alacid

Línea de puntos

La democracia moderna

José Ignacio Ceniceros, en el acto de su proclamación como candidato del PP. Foto de Sonia Tercero

«Nunca intentes ganar por la fuerza lo que puede ser ganado por la mentira» (Maquiavelo)

 

Mediado el pasado otoño, el joven profesor Pablo Simón, experto en ciencia política, visitó Logroño para ofrecer una conferencia coincidente con la gira de presentación de su último libro, ‘El Príncipe Moderno’. En las catacumbas del IRJ, Simón guió a su auditorio por una amena e interesante disertación sobre las tensiones geopolíticas a escala planetaria, un escenario azotado por el auge de la extrema derecha que (todavía entonces) no había cristalizado en España como ocurrió luego de las elecciones andaluzas. Tanto su intervención como esa obra reciente versaban sobre el mismo sujeto científico: la democracia. La democracia moderna. Observada según una sugerente revisión de los principios de Maquiavelo, a quien Simón redime de la estereotipada versión con que ha llegado a nuestros días. A la luz de ‘El Príncipe Moderno’, el diplomático italiano, cumbre del Renacimiento, pudiera pasar más bien por un pensador contemporáneo, aquejado del mismo mal que tanto incordia a sus herederos. La recurrente tentación a concluir que la historia ha terminado, simplemente porque carecemos de argumentos para analizar un presente que nos confunde.

Pero al menos Simón lo intenta. Intenta comprender. Lo demuestra con ‘El Príncipe Moderno’, donde, buceando en los clásicos, oscila entre dos polos de similar carga magnética. Por un lado, enarbolando la idea de que la historia no está escrita. Que la capacidad del ser humano para imponerse a la fuerza de los elementos permite observar el futuro, incluso en esta desdichada hora que viven las democracias occidentales, con algún optimismo, que no cae sin embargo en la complacencia: un dictamen que dispone de su propio envés en la cadena de advertencias que Simón va hilando página tras página. Ahí está el otro polo gravitatorio: la democracia, nos avisa, se enfrenta a poderosos enemigos. Dar por sentado que nuestros descendientes vivirán en el mismo mundo civilizado que heredaron sus mayores parece aventurado. Casi temerario. Debe leerse en consecuencia ‘El Príncipe Moderno’ como lo que es: una guía de viajes hacia un porvenir desconocido.

Primera parada, España. Que no es tan diferente. Desde la emergencia de Vox, cuenta ya con los mismos elementos que tanto convulsionan el clima político en los países de su entorno, más una cuota adicional de acíbar separatista que nada contribuye a mejorar el debate público. Pero en lo sustancial los españoles afrontan los mismos contratiempos que todo europeo: el mundo cambia a velocidad vertiginosa «y la minoría de ayer puede ser la mayoría de mañana», concluye Simón. Ni siquiera la idea de mayoría es lo que era. La fragmentación del mapa político genera una incandescencia tan atomizada e insustancial como la sociedad líquida que profetizó Bauman.

Segunda parada, La Rioja. Si Pablo Simón hubiera asistido a los últimos acontecimientos políticos de la región, hubiera tenido que añadir algún capítulo más a ‘El Príncipe Moderno’. Porque en las últimas semanas prevalece la peor acepción del maquiavelismo. La noción de grandeza se difumina a medida que se avanza hacia la antesala de las elecciones. Toda opción de acuerdo queda vetada, de modo que los Presupuestos regionales y logroñeses se prorrogan sin que ninguno de los implicados sienta que ha fracasado: la derrota se endosa al adversario según una curiosa doctrina según la cual la culpa de que las leyes no cristalicen es de la oposición. Política al por menor, aunque no tan incendiada como las maniobras habidas en el seno de los partidos en materia de candidaturas. Dagas florentinas, que en efecto harían feliz a Maquiavelo, se alían con la castiza afición por el trabucaire, como en el inenarrable proceso de designación de aspirantes del PP, diseñado al parecer desde Martínez Zaporta.

Tercera parada. Europa. En este itinerario que traza Simón con su libro, el viajero podrá detectar que la realidad, ay, nunca es como parece. La tendencia a la exageración, al victimismo y al histerismo impiden estudiar con la frialdad necesaria algunos milagros cercanos, en el tiempo y el espacio. Portugal, por ejemplo. Donde hallan su inspiración los actuales inquilinos de Moncloa: recuperada la semana de 35 horas para los funcionarios, pensiones ajustadas al IPC, subida del salario mínimo en el 10%… Con semejante receta, que tanto escandaliza a este lado del Duero, la economía vecina no deja de crecer. Y hasta su ministro de Finanzas preside el Eurogrupo. Lecciones portuguesas.

Fin de partida. Aunque la comparativa de Portugal y España es más bien de índole especular, debe añadirse que allí carecen del flamante aliado que le acaba de surgir al PSOE. Una extrema derecha en apogeo que mordisquea la tarta electoral de la derecha clásica y de la derecha modernizada. Todo un desiderátum para la izquierda española, la pieza que completaría el loco rompecabezas de la democracia moderna. Y la prueba de que el éxito hoy es más mezquino, no alcanza el estatus que tenía para Maquiavelo. El hombre renacentista aspiraba a la gloria divina y asfaltaba de sangre si hacía falta ese trayecto. El príncipe contemporáneo, más prosaico, se conforma con sumar mayorías parlamentarias para llegar a fin de mes. Olvidando en ese disparatado viaje hacia ninguna parte lo que también advierte Simón, tal vez la clave de arco de su libro: que las democracias se derriban ahora desde dentro de sí mismas. Ya no son fortalezas asediadas ni necesitan enemigos exteriores. El caballo de Troya se llama extremismo. Y penetra en el corazón del sistema así por la izquierda como por la derecha con la misma mala intención: eliminarlo. Y que parezca un accidente.

 

LA LETRA PEQUEÑA

Líos en Cantabria y Asturias del PP

No sólo en La Rioja ha tenido problemas el PP en materia de nombramientos para las candidaturas de las elecciones locales y regionales. También en Asturias y Cantabria ha tropezado la cúpula de Génova con la resistencia de los aparatos territoriales, reacios a aceptar el trágala que les imponían desde la sede nacional. Pero finalmente se impusieron las tesis de Pablo Casado en ambos casos: Ruth Beitia lidera la lista del PP cántabro en las autonómicas y Teresa Llanada, en el caso asturiano. La Rioja sí que puede presumir de ser la única organización territorial que obligó a mediar en persona al líder máximo en semejante trance.

Hermoso y la vieja guardia del PSOE

Pablo Hermoso de Mendoza tuvo ración extra de actividad el miércoles. A primera hora, el candidato socialista al Ayuntamiento de Logroño convocó a los medios de comunicación para estrenarse en una comparecencia propia de su condición: presentar ante la prensa algo así como un primer avance de sus intenciones para la campaña electoral. A la hora de almorzar, se reunió con la vieja guardia del PSOE logroñés: el equipo que, con Tomás Santos a la cabeza, presidió el Ayuntamiento. Todos ellos, por cierto, habían apostado por Beatriz Arraiz en las primarias pero una vez que hablaron las urnas, se recompuso la armonía.

Un repaso a la actividad política de La Rioja (y resto del Mundo)

Sobre el autor

Jorge Alacid López (Logroño, 1962) es periodista y autor de los blogs 'Logroño en sus bares' y 'Línea de puntos' en la web de Diario LA RIOJA, donde ocupa el cargo de coordinador de Ediciones. Doctor en Periodismo por la UPV.