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Jorge Alacid

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«Lo que se hace por amor está más allá del bien y del mal» FRIEDRICH NIETZSCHE

 

Llega San Valentín. Faltan apenas unos días para que también el Parlamento de La Rioja homanejee como merece al santo del amor, inaugurando en la fecha de su patronímico las sesiones del último año de la legislatura que iba a ser la del cambio. En cierto sentido, lo ha sido. En el sentido lampedusiano: que todo cambie para que todo siga (más o menos) igual. Porque aunque sus señorías han sonreído más que lo habitual durante aquellos años de mayoría absoluta del PP y se pasaron los primeros meses de trabajos legislativos hablando de mesas consensuadas y diálogos concertados, el balance de su actividad admite una lectura crítica. Tres grandes proyectos siguen encallados: el principal, la reforma estatutaria. Amén de la nueva ley electoral y del reglamento de la Cámara. Como en tantas relaciones de pareja, el amor que se profesaban entre sí los parlamentarios ha ido declinando. En algún grupo, sus miembros ni siquiera se soportan. Natural que, como es norma en algunos idilios truncados, hayan acabado en el juzgado pidiendo los papeles del divorcio.

De modo que la coincidencia de esta reanudación del periodo de sesiones con la conmemoración del patrón de los enamorados teñirá de ironía el pleno del jueves, una vez resuelto un problema menor: dónde se sentará la diputada Rebeca Grajea. Que viene de romper las cartas de amor que remitió en su día a la formación naranja y protagoniza estos días el enésimo lío regional de Ciudadanos, con una curiosa derivada: desde que anunció su intención de convertirse en no adscrita, han cesado las noticias de su antiguo partido y sus excamaradas. La dosis de rueda de prensa casi diaria se ve hoy sustituida por un muro de silencio. ¿La transparencia era esto? Grajea puede servirse de inspiración para su acomodo allá donde le ha reservado sitio la Presidencia en los conflictos vividos en el seno del grupo parlamentario vecino al suyo, Podemos. Cuyos integrantes empezaron por enredarse en transversalidades, mareas y familias ideológicas opuestas dentro de la misma formación y acabaron por retirarse el saludo. Un feo ejemplo cuando acuden al Parlamento las visitas: hay que explicarles a qué se deben esos malos modos y cómo es posible que prolifere tal ausencia de química entre damas y caballeros que cobran sus pagas a cuenta del contribuyente. Claro que también hay que adiestrar después a los menos habituales en el antiguo Convento de la Merced sobre otros usos mejorables, que reflejan cómo en efecto la empatía no termina de fluir así en los bancos del Gobierno como en el principal partido de la oposición.

En este último caso, el fallido asalto de Félix Caperos al trono que regenta Francisco Ocón tuvo como consecuencia desposeerle de algunas responsabilidades de índole institucional, preludio del destino que le espera cuando se elaboren las listas un día de éstos. Claro que al menos en esa bancada, los socialistas guardan las formas y saben fingir con donosura, ahorrando al respetable las escenas propias de cuando se embarra el terreno de juego y evitan desertar de las más elementales normas de cortesía, que no deberían ser expulsadas de la vida pública. Por ejemplo, acudir a los plenos. No ausentarse recién sentado en función de la indiferencia que se profese hacia el resto de miembros del propio grupo. Es lo que ocurre en el PP, cuyos diputados menos seducidos por la actual dirección exhiben sin disimulo su malestar por el devenir de las cosas desde el congreso de Riojafórum donde perdieron ante José Ignacio Ceniceros, un desafecto al que dedican una energía que bien pudieran destinar a perfeccionar los trabajos parlamentarios y mejorar la calidad de vida de los administrados por el Gobierno al que dan soporte.

Porque nadie está pidiendo que de repente cada grupo parlamentario se convierta en una suerte de club de fans de sus respectivos líderes. Todo lo que se necesita para que fluya la armonía es cierta propensión a empatizar. Con los propios en primer lugar, con los ajenos a continuación. De lo contrario, triunfa la frialdad en las relaciones humanas, antesala del gélido estado que presenta el conjunto del Parlamento. Donde aguarda el jueves, valga la paradoja, un encendido orden del día. Con mención especial para los responsables de salud, a quienes se interrogará sobre las movilizaciones en atención primaria, y para quien sea que se encargue allá por el Palacete de la controversia sobre Davalillo. Otro rincón riojano donde florecer el desamor. Será por lo tanto un San Valentín parlamentario de emociones fuertes, como corresponde a la fecha. Que no reclama de nuestros representantes un enamoramiento súbito, esa clase de idilios postizos que no conducen a nada. Es preferible que sus ardores se canalicen hacia otro escenario: el territorio donde triunfa el sentido del deber. Pueden copiar de sus antepasados en la cosa pública, los padres de la Transición. Que manteniendo siempre las distancias y renuentes a la promiscuidad, supieron dotar a España de una Constitución democrática en tiempo récord, inscribir al país en el club europeo y otras proezas que el paso del tiempo convierte en gigantescas. Hazañas imposibles para la clase política actual. Porque así como nadie se imagina a Sánchez, Casado, Rivera, Iglesias y compañía poniéndose de acuerdo en algo, otro tanto sucede a escala en La Rioja. Donde estos milagros están vetados, salvadas sean algunas magníficas excepciones. Reina el desamor. Consecuencia natural de cuando la vieja política conoció a la nueva (y la llevó a su terreno). El fruto que se recoge cuando se rompe el amor por apenas usarlo.

 

LA LETRA PEQUEÑA

La ADER pasa por el Parlamento

El primer día de febrero se reunió en el Parlamento la Comisión de Desarrollo Económico e Innovación, para dar el visto bueno a la anunciada reforma de la ADER. Un proyecto que salió adelante allá en verano, gracias a la confluencia de los votos a favor de PP y PSOE, que se aliaron para tumbar entonces una enmienda que presentaron al unísono Ciudadanos y Podemos. En la comisión se analizó de nuevo la ley a la luz de las aportaciones del Consejo Consultivo, trámite preceptivo que permitiría ahora llevar de nuevo el asunto al pleno para su aprobación definitiva. Las cosas del Parlamento, ya se sabe: van despacio.

El PP de Nájera, en combustión

El varapalo (verbal) que José Ignacio Ceniceros regaló el jueves a su compañera de partido, la senadora Francisca Mendiola, a cuenta de sus planes para dotar a Santa María la Real de un parador (un proyecto del que su jefe vino a decir que se había enterado por la prensa), representa el enésimo episodio de controversia entre las dos almas del PP. Que a escala najerina, donde manda Mendiola, amenaza con vivir otro capítulo de alta combustión: aunque la junta local votó a Álvaro Azofra, afín a Mendiola, como candidato a alcalde, esa propuesta debe someterse al aval del comité electoral. Un órgano dominado por el aparato.

Un repaso a la actividad política de La Rioja (y resto del Mundo)

Sobre el autor

Jorge Alacid López (Logroño, 1962) es periodista y autor de los blogs 'Logroño en sus bares' y 'Línea de puntos' en la web de Diario LA RIOJA, donde ocupa el cargo de coordinador de Ediciones. Doctor en Periodismo por la UPV.