El suegro de la novia
Hubo un tiempo, créanme, en que los parlamentarios eran gentes cultas y hasta inteligentes, que cuidaban las formas e incluso se insultaban con gracia. Raras veces perdían esa pátina de educación y, cuando lanzaban dardos al bando contrario, lo hacían con ironía, sutileza y garbo. Lean, para comprobarlo, los discursos de Sagasta o –más fácil […]