El gobernador del Banco de España está dispuesto a amargarnos el café y los confles del desayuno. Tras haber pintado de negro este panorama tan luminoso que tenemos en España, ahora nos dice el tío cenizo que las pensiones corren serio peligro. Y, para ponernos en alerta, ya empieza a explicarnos que, a los 65 años, uno todavía es un chaval y tiene toda la vida (laboral) por delante, y que se acabó la tontería esa de entrar tan jóvenes en el Universo Benidorm.
Y, claro, todos los jerifaltes se le han lanzado a la yugular. A qué viene este hombre, con la que está cayendo, a meter más preocupaciones en la cabeza de los viejecitos. El Gobierno en pleno ha protestado y ha llamado al Fernández Ordóñez catastrofista, aguafiestas y tocanarices.
Igual tienen razón, pero a mí me escama un poco. Porque el Fernández Ordóñez no es un ariete del Pepé ni un asalariado de Rajoy, sino un experto que parece independiente y serio. Y, sobre todo, porque el Zetapé es un tipo majo y con mucho talante y cordial y pacifista, pero como pitoniso tiene la misma puntería que la bruja Lola: no da ni una, pero le mete dos velas negras a quien se atreve a dudar de sus pronósticos. Desde que se subió a la atalaya de La Moncloa, nuestro presidente primero no vio venir la crisis, luego no vio venir la recesión, luego no vio venir los tres millones de parados, luego no vio venir la deflación y ahora, tampoco ve venir las turbulencias del sistema de pensiones. Así que, ¿a quién creemos? Una vez que los economistas han demostrado ser superfluos, ¿no habrá por ahí algún adivino cabal que nos aclare por dónde irán los tiros? ¿Dónde te metes, Paco Porras, cuando tu país te necesita?