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piogarcia

Loco por incordiar

Ya no te quiero

Ahora resulta que no se gustan. Después de haber escenificado una compleja escena de cortejos amorosos, con sus tristes palomos despechados (Ángel Varea) y sus nuevos e insolentes machos alfa (Miguel Gómez Ijalba), el Ciudadano Julio Revuelta y el Partido Riojano han decidido que, en el fondo, no se amaban lo suficiente. Supongo que tendrán sus razones, pero me escama que no las digan claramente. Es más, leo con estupor que ambos estaban de acuerdo en “recuperar una mayor autonomía municipal para Logroño, lograr consensos en infraestructuras, financiación local y en invertir en servicios sociales tan importantes en estos momentos de crisis económica”. Pero nada más.

¿Nada más? ¿Qué les separaba entonces? ¿Acaso a unos les gusta el tinto y a otros el clarete? ¿Quizá les distancia un punto de vista irreconciliable sobre la obra de Schopenhauer? ¿Será Revuelta del Madrid y Legarra del Barcelona? ¿Llevarán pañuelos de distinto color en San Mateo? ¿Qué hay, entonces, más importante que la autonomía local, las infraestructuras, la financiación y los servicios sociales? ¿O es que unos y otros han acabado peleándose por la misma tajada?

No lo sé, pero siento que en estas elecciones municipales se me está escapando todo. Es como si de pronto todos estuviéramos descubriendo la existencia de un inesperado matrix logroñés, una realidad oculta y paralela cuyas claves y estrategias nos superan. Quién sabe, tal vez en esa cuarta dimensión poblada por constructores fantasmagóricos y ricachones espectrales se encuentren (sólidas, bellas y tangibles) aquellas estatuas que el Ayuntamiento pagó religiosamente y que luego, ay, se le esfumaron.

En fin. De momento, los votantes escépticos acudiremos a las urnas en un lacerante estado de perplejidad. Qué suerte tienen los militantes, que pueden entregar su voto dócilmente y sin darle vueltas a la cabeza.

(Quisiera traducir todo lo anterior al inglés para que me entendiera Miss Cuca, pero me da mucha pereza y no tengo un diccionario a mano. C’est la vie).

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