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Loco por incordiar

Guarros

El Ministerio del Interior quiere abochornar a los clientes de las prostitutas. Si desea encontrarlos, al menos en La Rioja lo tiene fácil: le bastaría con mandar al delegado del gobierno, señor Bretón, a recorrer la N-232 de arriba abajo (con cuidado de no matarse en alguna curva) y entrar en los puticlubs que alegremente se anuncian en sus orillas. Allí podría entregar a los usuarios unos cuantos folletos sobre la vida sana y las virtudes de la familia cristiana (o mahometana), esperando que muchos de ellos abandonen el pecado y se conviertan, al caer de pronto en la cuenta de que son meros esclavos de sus braguetas, como tristes Strauss-Khan de pueblo.

Mis queridos niños, las putas (y los putos) han existido siempre. Y me temo que seguirán existiendo. Ocurre que hay como un velo de beatería que nos nubla la mirada e impide que atajemos de raíz el verdadero y tenebroso problema: la trata de blancas, el proxenetismo y la esclavitud sexual. En lugar de hacerle ver al cliente que es un guarro de la peor especie (aunque lo sea), sería mucho más efectivo caernos del guindo, regular la prostitución y aflorar un negocio –por otro lado bien visible– que mueve millones de euros. Que cada prostituta o prostituto fuera considerado un trabajador más, autónomo o por cuenta ajena, con su seguridad social, su atención médica y su pensión de jubilación y su IVA, y que cayera todo el peso policial sobre los proxenetas y las mafias que ahora se aprovechan de un jugosísimo mercado negro.

Será difícil. Ni siquiera la izquierda se atreve a dar un paso así. Recuerdo que cuando este periódico publicó un reportaje sobre una casa de lenocinio (dentro de un suplemento especial sobre la vida cotidiana de la región), algunos dirigentes locales del PSOE se escandalizaron como monjitas. Resulta más cómodo taparse los ojos y que todo siga igual.

(*)Ejercicio de agudeza visual para el ministro del Interior: ¿cree usted que en este bonito chalé, fotografiado por Ricardo Zapatero, se ejerce la prostitución o acaso vive ahí una familia feliz que ha decorado su casa con luces navideñas?

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