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piogarcia

Loco por incordiar

Algo nos salió bien

Podría hablarles de las pensiones. Podría hablarles de la enésima vez que Rajoy incumple su palabra. Podría hablarles de la autopista y de ese infamante bailecito con el que el Gobierno riojano nos ha mareado: que si ya no puede ser gratis, que si no era un gasto productivo, que si ahora tengo una intuición, que si mira tú por dónde acerté. Podría hablarles del PSOE, que parece tan empeñado en suicidarse que hasta celebra con alegría una derrota como la que sacó en Cataluña. Podría incluso meterme con los antisistema o con el flamante diputado/indignado Garzón, gente que prefiere evadirse de la realidad (mucho más compleja, intrincada y quizá terrible) para vendernos un facilón cuentecillo moral con malos supermalos y buenos superbuenos. Podría, en fin, decirles que esto se pone cada vez peor.

Pero eso ya lo saben.

Quiero hoy, en cambio, hablarles de algo que hemos hecho bien (muy bien) y que últimamente se nos olvida y hasta despreciamos. Y lo digo sin asomo de ironía: para comprender lo bien que nos salió la Constitución Española solo hace falta coger un poquito de perspectiva.

Llevamos 35 años sin pegarnos los unos a los otros. La gente dice lo que quiere y no pasa nada. Un cambio de tal calibre carece incluso de precedentes en la historia universal: de repente enterramos siglos enteros de querellas y matanzas mutuas (dictaduras incluidas) para convertirnos en una nación moderna, aceptada y democrática. Con sus fallas, sí, pero democrática.

Quizá convenga retocarla aquí o allá, pero sin liarnos la manta a la cabeza y, sobre todo, sin destruir el amplísimo consenso con el que nació: su tejado nos ha dado cobijo a todos. Y eso, en España, tiene mucho mérito.

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