Repaso todo lo que llevo escrito sobre las elecciones municipales y casi me da angustia: resulta que he propinado sonoras bofetadas (verbales) a la Cuca, al Revuelta y al PR. Quizá Santos y sus muchachos estén pasando más desapercibidos, aunque ese asunto surrealista y oneroso de las esculturas que flotan en el limbo merece figurar en cualquier antología del disparate municipal. Pero hoy me he levantado con el espíritu positivo y he decidido echar un vistazo amable sobre nuestros candidatos. Y ahí me he encontrado con Titín.

Supongo que su inclusión en las listas ha sido un golpe de efecto de Pedro Sanz urdido para frenar el posible ‘efecto Revuelta’. Me da igual. Creo que Titín ha sido valiente. Tiene cosas que perder. Le queda año y medio de contrato con su empresa (Aspe) y él cobra por partido. Por el solo hecho de haberse convertido en candidato del PP, tendrá vetada la entrada a unos cuantos frontones del País Vasco y de Navarra. E intuyo que le tocará vivir alguna experiencia desagradable en ciertos pueblos. Donde antes había fiestas, chapelas, aplausos y vítores, ahora quizá escuche insultos, abucheos y provocaciones. Todos sabemos que, por ahí arriba, aún quedan demócratas tipo Gadafi.

Por eso admiro hoy a Titín. Con esto no quiero decir que haya que votarle, claro. Eso depende de otras cosas: del proyecto, de la ideología, de los demás candidatos… Pero sí me parece que todos los logroñeses, con independencia de nuestro credo, debemos aplaudirle. Si el 22-M sale elegido y obtiene el acta de concejal, le juzgaremos por su actuación, pero hasta entonces me apetece decir bien alto (y sin asomo de ironía): I’m with Titín.