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Loco por incordiar

El otro Madrid-Barça

Una vez que hemos alcanzado el inaudito prodigio de jugar cuatro partidos del siglo en dos semanas, quizá debamos pasar revista al periodismo deportivo, un oficio para el que debemos buscar urgentemente otro nombre: hace tiempo que dejó de ser periodismo y ya no es deportivo en absoluto.

No me refiero (ojo) a la labor honesta, esforzada y a veces brillante que se hace en provincias o en los diarios de información general; hago estas reflexiones tras desayunarme todos los días con el Marca, el As, el Sport y el Mundo Deportivo: cuatro modelos de cómo malgastar una profesión fascinante. Me impresiona la impudicia con la que un tipo que alardea de periodista se convierte en un forofo y rebaja sus argumentos a chorradas de caña con amigotes. Eso es rentable y tal vez divertido, pero no es periodismo. Quizá debamos llamarlo propaganda, comedia o follón, pero el periodismo, amigos, es otra cosa.

Dos ejemplos especulares: el pasado jueves, tras la intensísima final de Copa, el Sport decidió vestir su portada con un morreo Piqué/Shakira; meses antes, el día en que el Barça eliminó brillantemente al Arsenal en la Champions, el Marca salió a todo trapo con los motes de Ozil y de Casillas. Si el enemigo gana, no existe.

¿Es esto inevitable? Me pregunto entonces cómo es posible que L’Equipe en Francia o La Gazzetta en Italia sean capaces de mantener un nivel periodístico serio (que no aburrido), ajeno a las banderías y a estas tonterías escolares. Y esto me irrita porque creo firmemente en el periodismo deportivo, que podría ser un oasis de libertad creativa, un terreno fecundo para la imaginación, para la literatura, para la osadía. Debo estar anticuado.

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