El otrora invencible Zetapé está amortizado, alicaído y desvencijado. Ya no nos hace gracia: sus cejas góticas nos irritan, nos da repelús su voz engolada, nos abochornan sus discursos huecos e inflamados de retórica. Ahora es el momento. Ya le podemos endosar todas las facturas que hemos dejado pendientes.
El PSOE riojano se ha dado en las urnas un batacazo estruendoso, casi apocalíptico. Pero sus dirigentes tuercen ligeramente el gesto, asumen una responsabilidad cosmética y echan la culpa a esa «ola» nacional que les ha barrido. Quizá lleven razón, pero me hubiera gustado oírles alguna postura crítica (aunque fuera un simple mosqueíto en voz baja) un poco antes, cuando los nubarrones empezaban a asomar por el horizonte.
Ay, Zetapé. Antes te reían las gracias mucho por aquí, ¿sabes? No hubo ni un socialista con mando en plaza que se atreviera a criticarte cuando adoptabas esas medidas tuyas, tan populistas, despilfarradoras y kirchnerianas, tan contrarias al ideario socialdemócrata (que si los 400 euros, que si el cheque bebé…). Pero llegó la realidad (o Angela o Barack o los mercados o quien sea) y te dejó la chistera flácida, sin conejos ni palomas ni fauna alguna. Y te has convertido en el chivo expiatorio universal. ¡Si hasta el PR te culpa de su salida del Ayuntamiento de Logroño! No las esculturas pagadas y jamás entregadas. No el sainete del acuerdo fallido con Revuelta… Tú, maldito Zetapé, has sido el único culpable.
No sé si en realidad lo piensan así o solo lo dicen en público para desviar la atención. Pero si ese es el único diagnóstico que hacen de su derrota, les auguro ocho lúgubres años en la oposición. O más.