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Jorge Alacid

Logroño en sus bares

Qué lugares

Una imagen del bar Pachuca de Logroño, firmada por Justo Rodríguez

 

Siempre que desciendo por Marqués de Vallejo acabo dedicando alguna miradita al difunto bar Pachuca, cerrado desde hace décadas… aunque ahí sigue. En pie. De momento. Ocupando el mismo espacio que cuando funcionaba, con su hermoso rótulo adornando el acceso que franquearíamos si la puerta decorada por teselas multicolores no se empeñara en mantenerse cerrada. Y automáticamente, movido por un extraño mecanismo mental, a cada mirada que le dirijo le sigue una cavilación, un deseo que nunca se hará realidad: si un día la fortuna me convirtiera en millonario y quisiera concederme un capricho. Si en tal caso me volviera majareta y me diera por abrir un bar en Logroño, ese bar sería el Pachuca.
Ignoro qué extraño magnetismo oculta su barra desaparecida.

Tal vez sea solo un símbolo, porque siempre he mantenido que el alma auténtica de una ciudad española, el espíritu secreto de eso que llaman capital de provincias (Logroño, por ejemplo) suele encontrarse en este tipo de establecimientos. En sus bares. En sus bares, sus cafés, sus cafeterías y sus garitos de cualquier condición. Porque eso de beber hermana mucho a la ciudadanía. Hermana tanto que me pareció posible encontrar algún eco al otro lado de esta pantalla cuando se me ocurrió la aventura que aquí se inicia, un blog donde se irá explorando el mapa de los bares logroñeses, sin que deba descartarse alguna incursión fuera de las fronteras de la ciudad.

Y para recalcar esa idea de hermanamiento ciudadano con que hoy surge Logroño en sus bares, se admiten sugerencias. Desde luego, serán bienvenidos los comentarios, las dudas y hasta los reproches. Se considerarán sospechosas las alabanzas (si es que aparecen) y se intentará no conceder demasiada trascendencia a las palabras con que dibujemos este itinerario sentimental que para algunos de nosotros, para unos cuantos logroñeses, significa la historia de nuestros bares.

P.D. Aunque las fuentes consultadas no se ponen de acuerdo, y puesto que sólo de muy crío recuerdo haberme acodado en la barra del Pachuca en compañía de mis padres, el relato más plausible de su biografía que he logrado trazar es el siguiente, gentileza de un amable informador que prefiere permanecer en el anonimato. El Pachuca, según me cuenta, fue un bar montado por un sevillano llamado Ricardo, acrisolado hincha del Betis. Logroño acababa de inaugurar la década de los 60 cuando tropezó con este bar que anunciaba ya el desarrollismo en su sorprendente barra. Sorprendente, por la variedad y atractivos de sus pinchos. El más popular, bautizado ‘pachuquito’, consistía en huevo cocido y rebozado con jamón y queso. Pero había más ejemplos de gastronomía camp: canapés de queso roquefort, una tortilla de patata al parecer sabrosísima y la tapa estrella, los langostinos cocidos y sumergidos en mayonesa. Semejante festín duró hasta los años 80, cuando cerró luego de algún adiós provisional. Y así sigue, difunto y clausurado: esperando a ver si  algún valiente se anima.

Temas

Un recorrido por las barras de la capital de La Rioja

Sobre el autor

Jorge Alacid López (Logroño, 1962) es periodista y autor de los blogs 'Logroño en sus bares' y 'Línea de puntos' en la web de Diario LA RIOJA, donde ocupa el cargo de coordinador de Ediciones. Doctor en Periodismo por la UPV.


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