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Jorge Alacid

Logroño en sus bares

Por encima de nuestras posibilidades

Julia Baigorri, retratada en la hermosa barra de la Taberna del Tío Blas

 

Hace un tiempo vi en un bar un letrero que rezaba: “Prohibido hablar de la cosa”. Me pareció una buena idea, un mandato que procuro obedecer. Lo cual es harto difícil, porque la cosa le sale a uno al paso en cada esquina. Por ejemplo, si te dedicas a hablar de bares, de la difícil situación que presenta el consumo patrio, es recurrente acabar citando a la cosa. ¿Cómo evitarlo? Procurando poner el foco sobre los aspectos más positivos de la convivencia hostelera, los negocios que florecen, los que renacen, los que resisten, los que se mueven… Aunque el riesgo de moverse, ya lo sabemos, es que uno acaba por no salir en la foto. Pero me parece que aquellos negocios que hoy afrontan un panorama tan sombrío echándole lo que hay echarle, además de imaginación, se merecen un trato cariñoso. Más cariñoso de lo habitual.

Viene esto a cuento de una letanía que llevo escuchando por Logroño desde que tengo memoria. Que tal bar o restaurante tienen entre nosotros difícil encaje. Que es difícil sobrevivir entre nosotros con un tipo de local que exige más masa crítica de la que por pura demografía le corresponde a Logroño. Que seguro que tales garitos tendrían una clientela incondicional en una gran capital, pero aquí en provincias… Hum: quien profiere estas sentencias las suele acompañar de una tosecilla, invitando a abandonar sus planes a quien haya tenido semejante ocurrencia de ser ambicioso, de buscar para su negocio un enfoque distinto, alejado del tópico, lo tiene tan crudo como yo con Carmen Electra. Mejor dicho: tal vez tengo yo más opciones con Carmen Electra que un empresario del sector poniendo en marca en Logroño un bar que exige un tipo de cliente con cierto poder adquisitivo… mejor que la media, por utilizar una expresión de moda en La Rioja. O un cliente habituado a un tipo de local que es común fuera de nuestras fronteras pero que no cuaja entre nosotros. O un cliente a la altura de las expectativas que generan aquellos establecimientos que se salen de la norma y aspiran a ser algo más. Un faro, una guía, un icono.

Porque suele tratarse de locales caros de mantener, emplazados de suyo en rincones de la ciudad de elevada exigencia económica (vulgo, alquileres por las nubes) y obligan a un gasto en proveedores y recursos humanos también por encima de la media. En consecuencia, las facturas suelen viajar en la misma proporción, una tendencia difícil de seguir con el feo panorama que atraviesan nuestros bolsillos. Y me rebelo. Nunca olvidaré aquella tienda de delicatesen llamada La Vinoteca (primera vez que leía tal palabra) que el hijo del llorado Pepe Blanco abrió en Juan XXIII, una idea planteada con demasiadas décadas de adelanto. Hoy sería un negocio con recorrido: entonces, en los años 80 del pasado siglo, fue uno de esos bares por encima de nuestras posibilidades. Un hermoso local, consagrado al vino de Rioja, de efímera biografía.

Sigo citando historias parecidas. Una fama similar le cayó como sambenito al fenecido La Merced que el cocinero Lorenzo Cañas defendió durante largos años en la calle Mayor: que era demasiado para Logroño. Resistió como pudo, pero acabó sucumbiendo: una pena. Al parecer, en efecto, era demasiado para nosotros, que no nos merecemos tanto lujo. Se ve que por aquí no deberíamos haber salido del bar con serrín en el suelo y parroquiano con mondadientes acodado en la barra. Qué decir de El Duque, estupendo pub ubicado en los bajos (con perdón) del Hotel París, en pleno Espolón: tampoco resultó ser lo que merecían los logroñeses.

Lo dicho. Una pena porque acabaremos sin podernos conceder un lujo, el privilegio de apoltronarnos en bares que se salgan del sota/caballo/rey contra los que nada tengo, por otro lado. Pero un poco más de variedad no molesta, ciertamente. Y a servidor no le da gana  claudicar y acabar aceptando que tenemos lo que nos merecemos. Fantaseando como tantas otras veces en torno al Logroño que pudo haber sido y no fue.

P.D. Ilustra estas líneas la foto de la gran Julia Baigorri, corresponsal impenitente de este bloguero y querida maestra, quien tuvo la dicha de ser premiada con una consumición en la Taberna del Tío Blas, cortesía de sus generosos dueños, con ocasión del sorteo con que este blog celebró su primer aniversario. Reitero las gracias a la buena gente del bar y a Julia, que también es buena gente.

Un recorrido por las barras de la capital de La Rioja

Sobre el autor

Jorge Alacid López (Logroño, 1962) es periodista y autor de los blogs 'Logroño en sus bares' y 'Línea de puntos' en la web de Diario LA RIOJA, donde ocupa el cargo de coordinador de Ediciones. Doctor en Periodismo por la UPV.


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