La idea de reunir en este blog las opiniones de unos cuantos logroñeses sobre cuál es su bar favorito protagonizó hace unas semanas una entrega que contó con la generosa colaboración de amigos, conocidos y seguidores. Tan amplia respuesta recogió que me veo obligado a ofrecer un nuevo capítulo, limitado a los colegas de esta cosa del periodismo. Así que aquí os dejo las opiniones recopiladas.
Begoña García Barquero, cuyos primeros pasos en este oficio acogió con paciencia esta casa que también fue suya, nos cuenta lo que sigue: “1.- La terraza del Fax. Me siento en la terraza del fax y estoy como en mi casa. 2.- El Cervantes. Por la barra espectacular que tienen y porque es donde más rico me sabe el café. 3.- El Gurugú. Porque siguen poniendo patorrillo y el pincho de sardina con guindilla sabe a gloria (un bar de los de toda la vida, sin pretensiones y a precios populares, que dicen por ahí)
Otra chica, sangre de la sangre fundadora de Diario LA RIOJA, toma el relevo. Con ustedes,
Belén Martínez Zaporta. “Para tomar el vermú me quedo con el Ritz, por su situación y su luz; el Victoria, por su barra y su trato; y el Génesis, que ha mejorado su terraza y mantiene ese ambiente familiar y una atención exquisita”. Coda final nocturna: “Para las copas mi favorito es el Rumore en Sagasta, por su música y la simpatía de sus trabajadores”
No salimos de esta redacción. Chileno de nacimiento, porteño de corazón y logroñés de adopción, ahora que ya sabe decir ches y cuacho, allá arribas y pantaloneta, también nos interesa qué opina
Martín Schmitt: “Mis bares favoritos son los del barrio: Lyon Tavern, El Rincón de las Tapas y el Vigón, por citar tres. Luego, para ir a tomar una copa, no hay como el Bretón”.
Dicho queda. El siguiente en la lista también habita entre estas cuatro paredes y se recrea en sus garitos predilectos. “Seguro que no soy nada original, pero ahí van los tres bares que llevo en mi corazoncito” nos cuenta
Eloy Madorrán. “El primero es el Café Bretón: en el bar de Colo me he sentido siempre como en casa, desde el primer día. Allí he jugado al mús con amigos, y bebido con novias, con ex, con María cuando era compañera de instituto, con María cuando ya eramos pareja y, tradicionalmente, es el punto de quedada con mis amigos: “Como siempre, a las 9 en el Bretón”. Y esto me sirve para presentar a mi segundo bar. Y sigo sin ser original, aunque sí muy logroñés. El Tívoli ha marcado una etapa muy importante en mi iniciación al mundo de los bares. Allí, en esa esquina tan transitada durante décadas por locales y foráneos, tratantes y maleantes, encorbatados y descamisados, empezaban las noches del fin de semana en mi época de instituto. Aunque los recuerdos más deliciosos en ese bar, en esa barra metálica, me los reservó el destino para años después cuando tuve la inmensa fortuna de acudir casi a diario con mi amigo Carlos Hernández Olmos. Con él disfruté de su humor socarrón, procaz, en unas ocasiones rozando lo pornográfico, en otras lo poético, pero siempre, siempre, muy inteligente”. Concluyendo: “Y mi tercer bar, ya desaparecido, igual desconocido para muchos, es el Marlén. Un local que regentaba el bueno de Juan Carlos, enfrente de lo que era el pabellón de halterofilia, ahora Polideportivo de Lobete, cuando una pared cumplía funciones de frontón. Allí nos hicimos fuertes las gentes del Calasancio después de los partidos de balonmano y, junto a Forni, siempre apoyado en la barra, junto a su cerveza, pasábamos las horas. Durante muchos años eché allí las primeras horas de las nocheviejas, y las últimas horas de cualquier día”.
Continuamos, aunque esto huele a endogamia, porque se pide la vez el amigo
Teri Sáenz, también compañero de fatigas. “Con la edad me doy cuenta que me han cambiado los gustos. Ahora escogeríamos los pocos que piso. Por ejemplo, El Mirador y, El Embarcadero por el entorno; El Babel, por cercanía; La Luna si tiro de nostalgia; y a la hora de picar, La segunda taberna de San Juan y su selección de hongos con un delicioso huevo frito en el corazón del plato”.
Reclama nuestra atención otra antigua colega de menesteres en Diario LA RIOJA,
Valvanera Valero, metida hoy en otros jaleos que resuelve con la eficacia conocida y la simpatía perenne. “ Para desayunar, la terraza del Ibiza en un domingo soleado. ¿Pinchos? Soriano, Donosti, Torres, Sebas y Pata Negra por los vinos. De bocatas, el impagable -en todos los aspectos- Tío Tito (el servicio a domicilio es inmejorable) y el jamonero Mesón Jabugo. ¿Un bar de copas?.La Imprenta, una vez desaparecidos La Musa y otros clásicos para los cuasi-cuarentones. Y soy muy fan de El Andén a cualquier hora del día (y de su dueño Roberto). Faltan bares con sabor y una coctelería con camareros con pajarita: el desaparecido La Granja y su escalinata serían su mejor escenario”.
También la simpática y talentosa
María Chinchetru conoció esta casa cuando se bautizó de periodista. Aquí deja su mensaje: “¿Mis barras favoritas de Logroño? Tastavin y Torres en la San Juan, en ambos casos la explicación es la misma, por la variedad de pinchos y la presentación. De Laurel me quedo con La Tavina, porque además de los pinchos, tienen amplia variedad de vinos para elegir y me gusta el ambiente del sitio en sus tres pisos, superagradable. Y después hay dos bares en la calle Capitán Cortés que son mi debilidad, mis favoritos del todo: uno de ellos es el Choca 2, un bar con solera, que regenta un matrimonio adorable que a mi siempre me ha hecho sentir en casa. Ponen un chocolate con churros que anima a los muertos en invierno y después, su especialidad son los sandwich calientes (de tomate o vegetales), que están buenísimos Y el otro de la calle Capitán Cortés, está justo en la otra esquina de la calle y es muy diferente. Es un pequeño bar llamado Open, cuyo diseño me encanta para tomar un vino vespertino y que tiene un pincho de cecina muy bueno.
Como las dos colegas que le preceden, también hubo un
Quique Alcalde que veló en esta redacción sus primeras armas. Esto nos cuenta: “Mi favorito ahora, y el que más frecuento de largo, es el Asterisco. También mencionaría el Odeón (plaza Parlamento) y el Odeón Single (plaza del Mercado, este en horario nocturno). Y por poner uno de fuera del centro, el Zhivago, de la calle Clavijo .
Y regresamos a esta casa que nos cobija con infinita paciencia. Desde el departamento de diseño,
Diego Ortega se pronuncia así: “Mis bares favoritos son bastante sencillitos, aunque no por ello dejan de ser muy buenos. De la zona de Portale, Iturza, La Jala Sound y Malabar. De Laurel, el Soriano. De San Juan, Torres. De Gil de Garate, Centro Asturiano y La Taranta. Y por encima de todos está el bar Tizona”, recientemente desaparecido.
Y concluimos con el más jovencito de los encuestados, décimo opinador de esta saga. A pesar de su corta edad,
Iñaki García apunta maneras, como se puede deducir de su respuesta: “Bueno, aquí van mis preferencias. Como verás son todas nocturnas porque por el día no suelo ir mucho a los bares. Soy animal nocturno. El Pórtico. Es el bar al que vamos los amigos al comenzar la noche. Es un lugar en el que se pueden echar unos kinitos con cartas, dados u okalimochos. Quedan pocos bares de este tipo en Logroño. Brieva. No se puede dejar de nombrar este bar en el que poder encontrar el himno del Club Deportivo Logroñés, la sintonía de ‘Qué apostamos’ o los grandes éxitos de Rocío Jurado, Rocío Dúrcal o Los Pecos. Un clásico. Dolce Vita. Buena música, buena atención y muchas iniciativas atractivas en este local de La Zona”.
P.D. Como impulsor de esta lista de bares favoritos (y al fin y al cabo colega de quienes han contestado en esta entrega), y antiguo cliente de muchos de ellos (y como prueba ahí aparece esa foto que me envió el antiguo compañero de fatigas Javier Caballero) veo llegado el momento de proclamar cuáles son mis predilectos. Citaré tres: Las Cañas, La Granja y Continental. Tienen un inconveniente: que desaparecieron hace unos cuantos años. Y una ventaja: que como son difuntos, no me comprometen con los que están abiertos y pongo a salvo por lo tanto la necesaria ecuanimidad que debe guiar este blog .