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Jorge Alacid

Logroño en sus bares

Saturnino Ulargui: pequeña calle, grandes bares

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En aquel Logroño de entonces, para mi febril imaginación adolescente no había signo de mayor distinción que esa venerable placa del nomenclator local: calle particular de Saturnino Ulargui. Particular, menudo lujo. Me sonaba a una especie de privilegiado pasadizo, donde los propietarios (la familia Ulargui) sólo admitían a sus allegados. Cuñados y demás familia. Eso era tener clase: transitar desde avenida Portugal hacia el oeste de la ciudad, entonces un inhóspito páramo más o menos mal urbanizado sólo gracias a la gentileza del amigo Saturnino, de quien no tenía el gusto (aunque conocía bien a varios integrantes de la querida familia Ulargui, a quienes desde aquí envío un saludo, empezando por Berta madre).

Qué era en realidad esa calle. Bueno, lo antedicho. Casi un callejón más que calle, que surgió de repente una vez demolidas las construcciones adyacentes (incluyendo la señorial fábrica de conservas Trevijano, icono logroñés del pasado siglo) para que la ciudad pudiera crecer y multiplicarse, según el mandato bíblico. Más allá, hacia Poniente, se extendía un mar de huertas, la recién nacida Gonzalo de Berceo (llamada entonces prolongación de la Gran Vía), Luis Barrón y alrededores (avenida de Bailén, por ejemplo: también bautizada por el ingenio popular como Quinta Avenida). Pero en Saturnino Ulargui (calle particular) no había nada, en realidad: un puñado de grúas auguraba la construcción de bloques que se avecinaba. No tardaron mucho en llegar: cuando lo hicieron, de nuevo el vulgo bautizó a su manera esa calle neonata como “la calle de la Cruz Roja”, pues la benéfica entidad plantó allí sus reales procedente de Portales y se convirtió en la referencia ciudadana del conjunto de la calle. De la calle Saturnino Ulargui.

Que dejó de ser particular. Integrada en la trama urbana, no tardó en proponerse como una alternativa a los itinerarios castizos para nuestro pasatiempo favorito: ir de bares. Pronto surgieron unos cuantos de ellos, que servían como cabeza de playa desde la calle Laurel y aledaños para la conquista de la entonces todavía flamante zona: una especie de territorio fronterizo, donde se podía mitigar el aullido de las tripas con alguna cazuelita mientras aguardábamos la hora de ingresar en los pubs de confianza de Chile, Vitoria, Fundición y resto de calles. De esa época datan algunas referencias que todavía resisten, en perfecto estado de revista, por cierto: el Mesón Don Chufo, por ejemplo, alguna vez citado aquí por su ejemplar desempeño al frente de una barra de extraordinario encanto y maravillosos fogones.

O el Tejas, que me tuvo entre sus fieles clientes hace alguna glaciación, porque me caía al lado del curro que entonces me tenía alistado y era una garantía para la clientela tardona, como era mi caso. Más allá de la medianoche incluso, cuando salía de trabajar en fin de semana me dejaba caer por su jurisdicción en busca del reparador bocata de jamón, que no olvido. Otros negocios no han corrido la misma suerte: han ido cambiando de manos y de nombre, mientras veían a su alrededor cómo la calle cambiaba. Un cambio vertiginoso, casi revolucionario en los últimos años: desde su peatonalización, la calle Saturnino Ulargui es otra. Un edén de bares de todos los formatos que han galvanizado estos metros cuadrados con una contundencia que merecía una entrada en este blog dedicada en exclusiva a glosar sus bondades: será una calle pequeña, pero caben bares muy grandes.

Porque, en efecto, permanecen con envidiable estado de salud los bares arriba mencionados, adictos a la tipología de mesón o taberna. Como resiste bajo otra denominación el actual Mesón Antonio, vecino del Café Luz, una institución en la calle en su anterior encarnación, esquina a Guardia Civil. Allá al fondo se divisa desde hace unos meses La Chispa Adecuada, ya citado aquí (ojo a su ensaladilla rusa y otras golosinas); en la acera de enfrente, más y más oferta. Porque allí se emplaza desde hace largo tiempo el restaurante La Galería, que ofrece también servicio de bar en su coqueta terraza. Y muy cerquita, frontera con avenida de Portugal, allá donde antes probaron suerte una baraja de negocios, acaba de abrir una barra especializada en un trago de moda, el vermú: se llama Vermú Tiki, un juego de palabras que ayuda a desvelar en efecto en qué consiste el principal ingrediente de su oferta. Que la calle completa con un local desdoblado: al Muu le salió enfrente un hermano pequeño, La Dehesa de Muu, de modo que salvo olvido, omisión o error, queda completado este estupendo mapa de bares logroñeses que puede agregar todavía un par de entradas más: la que protagoniza el Gran Vía, cafetería alojada en la avenida homónima pero que tiene también entrada por Saturino Ulargui. Y dos, un bar que resiste en mi memoria: el Baden. Mi hermosa marisquería, que una vez abrió filial en esta calle desde su emplazamiento original en Travesía de Ollerías. Donde pasé más de una tarde poniendo en peligro (gozosamente) la tasa de ácido úrico, ignorante por entonces de que un día alumbraría este artículo a mayor gloria de esta calle donde caben todos los bares.

P.D. Que Saturnino Ulargui tiene vocación hostelera se confirma porque dispone incluso de hotel (para quienes se vean muy perjudicados por la ingesta o declinen regresar esa noche a casa) y de vinoteca (para quienes quieran perjudicarse, pero poco: el vino, con moderación). Cuenta (ya se ha mentado) con restaurante y añade otro atractivo adicional con sólo pasear un poco y acercarse hacia la Gran Vía o Murrieta por la calle Guardia Civil: la pastelería Goya, la otra vinoteca anexa esquina a Murrieta y la chocolatería Mallorca, de la que todo ignoro en su actual versión pero que fue refugio, oasis y tantas cosas más en mi mocedad. Allí descubrí un manjar que he dejado de frecuentar: el vegetal a la plancha. De donde se deduce que la calle será benemérita pero que también el Mallorca siempre lo será para mí.

Un recorrido por las barras de la capital de La Rioja

Sobre el autor

Jorge Alacid López (Logroño, 1962) es periodista y autor de los blogs 'Logroño en sus bares' y 'Línea de puntos' en la web de Diario LA RIOJA, donde ocupa el cargo de coordinador de Ediciones. Doctor en Periodismo por la UPV.


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