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Jorge Alacid

Logroño en sus bares

Nuestro hombre en la noche

 

Algunos de los camareros a quienes este espacio ha ido haciendo algún hueco o contando sus vicisitudes han deambulado durante toda su vida profesional por multitud de barras, de lo más diverso. Casi ninguno tenía un hilo conductor, hasta que lo encontraba. Servían a su oficio aceptando lo que las cartas que la vida les daba, jugando con ellas hasta que llegaba ese día en que (por fin) acertaban con su sitio. Que solía ser el bar que llevaban soñando en sus cabezas durante largo tiempo, el que identificaban cuando se ponía a su alcance. Hasta entonces, picoteaban de aquí y de allá, sin una línea de cotinuidad. Más rara de ver me parece una trayectoria como la del protagonista de estas líneas, Rafa Bezares. Quien mientras repasa los hitos de su carrera al otro lado de muchas barras, cae en la cuenta de que en ella reside un denominador común: casi siempre trabajó de noche. Ese tramo horario intimidante del que la mayoría de los miembros de su profesión suele huir, donde él se inició y al que acabó volviendo. La noche logroñesa, a la que Rafa ha puesto su propia banda sonora.

Hagamos memoria. Porque aunque su cara le sonará al improbable lector defendiendo su actual pareja de locales (Maldeamores, Malde en la jerga logroñesa, y Menhir), Bezares en realidad puede presumir de una prolija vida profesional, que arrancó en 1994 en el recordado KDB de la calle Vitoria, que me tuvo entre sus fieles por cierto. Es decir, que acaba de cumplir sus bodas de plata en la profesión recopilando un largo arsenal de hazañas. Del KDB a otro icono local, el M-30, sin salirse como se ve de La Zona, y de ahí al pub ubicado en el sótano del bar El Muro, en la calle Laurel. Luego llegaron otros bares, también en la misma franja nocturna, siempre hasta entonces como camarero: por ejemplo, el Graff de la calle Fundición, pero entonces decidió compaginar esta actividad con la propia de los bares vespertinos. Fue cuando desembarcó en el Pasarena de Bretón, hasta que en el año 2000 decide fundar su propio bar, el también añorado El Viajero. Un negocio que puso en marcha con su socio, José Félix, hasta que lo traspasaron doce años después. Durante un tiempo, estuvo simultaneando El Viajero (y el horario de tarde) con su primer bar de la calle Mayor, el Menhir, que puso en marca con Óscar Torres y el propio José Félix. Y más aperturas: por esa época, sin salir de la Mayor, abre el Bossanova, aliado también con Óscar y con José Luis Pancorbo. La aventura duró apenas dos años. En el 2009 lo traspasan, tal vez porque Rafa acumulaba ya demasiada actividad: para ese año había puesto en marcha el Splass, en la misma calle, junto al Menhir. “Lo cerramos para acondicionarlo durante unos meses y en el 2008 lo abrimos, ya como Maldeamores”.

En paralelo a su carrera hostelera, Rafa se fue asomando al complejo mundo de la organización de conciertos y la programación cultural. Su mano puede verse en al menos ocho ediciones de Actual y en las cuatro que lleva el festival Muwi, hito del verano logroñés, pero es que en realidad Rafa se enorgullece de haber dotado de un timbre singular a los distintos negocios hosteleros donde ha servido. “Ese es el mundo donde mejor me muevo”, explica. “No podría entender un bar sin que hubiera una oferta cultural añadida”. Y pone como ejemplo no sólo recientes experiencias en su par de locales de la Mayor, sino el desaparecido Festival de Jazz de El Viajero, donde también programó sesiones de tango, o las funciones teatrales que vigorizaron durante años al Pasarena mientras él defendía su barra, con Chisco y Gerardo al frente tanto del bar como del Teatro de Bolsillo.

Con el paso del tiempo, Rafa ha acabado decantándose por el horario nocturno, volviendo sobres sus jóvenes pasos en aquel KDB. Es un tramo complicado del día pero que tiene su lado positivo: le permite dedicarle tiempo a su faceta como promotor, el tipo de trabajo donde se ve a sí mismo el día de mañana. En ese futuro que sospecha que le sorprenderá haciendo lo que ahora hace: al frente de su promotora y a los mandos de sus dos bares, iconos de la noche logroñesa. Sin que la música deje de sonar.

P. D. Rafa Bezares alimenta su pasión musical no sólo dirigiendo los platos de sus bares de la Mayor, sino pinchando también en locales de otros empresarios, como hiciera cuando empezaba en esa profesión militando en sus dos vertientes: al frente de la barra y pilotando su banda sonora. Donde se reconoce deudor de los estilos propios de los festivales que organiza, es decir, pensando en los grupos de la escena indie nacional, aunque sin despreciar otros estilos. El funk, por ejemplo. O el santoral de la música disco, donde encuentra los llenapistas del estilo al himno que cita como uno de sus tótems, el que nunca suele faltar cuando se pone a pinchar: esa locura llamada ‘I feel love’, de Donna Summer.

Un recorrido por las barras de la capital de La Rioja

Sobre el autor

Jorge Alacid López (Logroño, 1962) es periodista y autor de los blogs 'Logroño en sus bares' y 'Línea de puntos' en la web de Diario LA RIOJA, donde ocupa el cargo de coordinador de Ediciones. Doctor en Periodismo por la UPV.


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