Días sin bares (IV) | Logroño en sus bares - Blogs larioja.com >

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Jorge Alacid

Logroño en sus bares

Días sin bares (IV)

 

Escribo estas líneas cuando en realidad debiera estar muy lejos de Logroño. En Fez, destino del viaje familiar previsto y cancelado a causa del famoso y maldito bicho. Es un contratiempo menor, común al de tantos otros casos, que me deja sin indagar en ese curioso universo del mundo árabe y sus no menos curiosos cafés, tipología donde esperaba haberme iniciado el mismo día de Viernes Santo en algunas direcciones de Rabat que me fueron facilitadas y que, como otros menesteres, deberán esperar mientras se hace realidad la frase con que combatimos la espera: cuando todo esto pase… Cuando todo esto pase, habrá que saldar esa deuda pendiente con Marruecos. Con Rabat, Fez, Mequinez y resto de malogrados destinos. También con sus cafés.

Mientras aguardo ese día (cuando todo esto pase), combato la melancolía por los días que ya no vendrán, los días a los que dijimos adiós, como tantos otros mortales: leyendo y viendo la televisión. Mundos de ficción donde tropiezo con la materia prima que alimenta estos párrafos. Los bares. Bares de mentirijillas como las aventuras de quienes los frecuentan, en quienes sin embargo podemos reconocernos como habitantes de esos mismos mundos. Es el caso de ese bar cuya imagen ilustra esta entrada: el protagonista secundario de una curiosa serie que emite HBO, titulada ‘State of the Union’, un chiste respecto a la sesión parlamentaria donde cada año se examina ante el Legislativo de Estados Unidos el inquilino de la  Casa Blanca. En ese juego de palabras se enmascara la sustancia de la serie: diez minutos por capítulo, que pueden verse según esa dosis o de seguido, donde los otros protagonistas (los principales) examinan ante una pinta de cerveza (él) y una copa de vino blanco (ella) el estado de su unión, en los minutos previos a visitar a una terapeuta que intenta reconducirla.

El bar se ubica al norte de Londres, en el barrio de Kentish Town, un rincón ajeno a las rutas turísticas pero de una identidad (clase media con pretensiones, medio pija, votante laborista: el viejo y desaparecido mundo de Tony Blair) muy cara al universo particular del creador de la serie: el escritor británico Nick Hornby. Quien (me parece) no termina de acertar con su creación. El tipo de humor seco, cortante, que puebla sus novelas y las hace tan adictivas no encaja bien en el formato televisivo. Los diálogos sufren de pedantería (como tantos de sus propios personajes novelescos), pero sin alcanzar ese estatus tan cercano que los humaniza en sus libros y que en estos episodios no termina de aparecer. De modo que sus cuitas me resultan demasiado ajenas como para prestarles la atención sí concedo, por el contrario, al estupendo bar donde se someten a la terapia previa. Luminoso, decorado con gusto, asomado a un ventanal en esquina desde donde poder observar la maravilla del mundo como reclamaba su compatriota Charles Dickens. Y de mentira: el bar ni siquiera está en Kentish. En realidad, se aloja al oeste de Londres, muy lejos de donde Hornby sitúa las hazañas de sus héroes: si el improbable lector está interesado, queda informado de que el pub se llama Thatched House y se ubica en el distrito de Hammersmith. Ah, la magia de la tele…

Que también florece en otra serie igual de olvidable, aunque tal vez más entretenida. La emite Amazon y retrata en una serie de capítulos sin (aparente) conexión entre ellos la vida amorosa de un grupo de habitantes de la proteica Manhattan. Se titula ‘Modern love’ pero no debe engañarse nadie: las peripecias sentimentales de su sus personajes son tan antiguas como las que perpetraron en el edén Eva y Adán. Una excusa muy pertinente, por lo que aquí respecta, para recorrer unos cuantos bares, con una pinta estupenda. Cafés, terrazas, restaurantes, dinners y el resto de locales deudores de sus respectivas tipologías  a la cosmopolita paleta de Nueva York, ciudad que (en realidad) es la auténtica protagonista de la serie. Bares que cumplen con el objetivo sagrado que reclamaba para sí Jorge Luis Borges: el sueño maravilloso de viajar por todo el mundo desde el sofá de tu salón. En su caso, leyendo la Enciclopedia Británica; en el que proponen estas líneas, a través de la pequeña pantalla. Donde se ofrece un sucedáneo de realidad. Mientras aguarda la prometida exploración de Fez y los misteriosos bebedizos de sus cafés, mientras esperamos la prometida reapertura de nuestros bares favoritos, siempre puedes darte una vuelta por Londres y Nueva York mediante ese atajo que encarna toda impostura: ser nosotros, pero a través de las vidas de otros.

Una estupenda metáfora de estos días tan raros de confinamiento

P.D. El visionado de las series arriba citadas coincide con la lectura del libro que me acompaña estos días de cuarentena: los recomendables ‘Diarios‘ de John Cheever, donde el admirable escritor norteamericano, maestro del relato corto, anota su azorada y convulsa vida, bien regada de tragos. Los tragos tan propios a su condición de miembro de la clase media de los años 60, alojada en los residenciales suburbios de las metrópolis norteamericana. Tragos en la soledad de su casa, en las citas dominicales en el club más cercano o en los garitos de guardia. Tragos que convierten al autor de ‘El nadador’, como él mismo acepta, en un alcohólico. Tragos con predilección por la ginebra, el whisky y el Dry Martini que consume a menudo en un emblemático local neoyorquino, el bar del hotel Biltmore. Escenario por cierto de las andanzas también dipsómanas de otro héroe de ficción, Don Draper, tótem de la serie ‘Mad Men’. En quien pueden reconocerse los avatares de Cheever, cuyos diarios por otro lado contribuyen a que añoremos todavía más nuestras propias incursiones en el mundo de los bares: porque además de maravillarnos con su eléctrica prosa y su descarnada flagelación, leer a Cheever da sed. Mucha sed.

 

Un recorrido por las barras de la capital de La Rioja

Sobre el autor

Jorge Alacid López (Logroño, 1962) es periodista y autor de los blogs 'Logroño en sus bares' y 'Línea de puntos' en la web de Diario LA RIOJA, donde ocupa el cargo de coordinador de Ediciones. Doctor en Periodismo por la UPV.


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