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Jorge Alacid

Logroño en sus bares

Un año para La Concordia

La tortilla de La Concordia. Foto de Justo Rodríguez

 

Hace tiempo, recibí una vaga recomendación de una parejita que me animaba a peregrinar hacia una prometedora barra donde tropezaría con lo que ellos habían probado: una estupenda tortilla. ¿Dónde? En un bar situado “por Murrieta”. No recordaban más: se ve que no habían nacido equipados de serie con Google Maps. El caso es que atendí su sugerencia, peregriné por la calle mentada, tomé alguna de las que en ella desembocaban, rodeos y más rodeos… Pero nada. Era difícil dar con esa pista porque ni recordaban siquiera el nombre del bar: sólo su tortilla. Su estupenda tortilla. Que desde entonces rondaba mi caletre y mi paladar: cuando paseaba por esa esquina de Logroño me seguía preguntando qué bar sería ese y cómo sería el manjar que despacha. Misterios logroñeses…

… Resueltos hace nada. Quiso la casualidad que una mano amiga me invitara a a citarnos para el aperitivo en un bar donde (milagro, milagro) no había estado jamás. “Se llama La Concordia”, me informó. “Precioso nombre, preciosa palabra, precioso concepto”, me confesé a mí mismo: esa mañana me había levantado más pedante que de costumbre. Cuando ingresé en esa jurisdicción, confirmé para mis adentros: “Eureka”. Ya digo que andaba un especialmente pedantorro. Porque concluí que ése era el bar. El bar del que me habían alertado. Ubicado en efecto en Murrieta, esquina con Canalejas: una de mis calles favoritas de Logroño, dotada de espectaculares edificios, merecedora de un mejor trato por parte de la mano municipal y la empatía ciudadana. Y dotada su barra de un espléndido surtido de tortillas, a cual más jugosa, a cual más rica, a cual mejor presentada.

La oferta de tortillas goza en Logroño de buena salud. Alguna vez se ha comentado por aquí la estupenda diversidad de ofertas y hasta he confesado cuáles son mis favoritas: Sebas, La Travesía, Serenella… Así, por cientos. Añada el improbable lector a esta lista sus propias referencias y siga si gusta mi consejo: en esa relación debería incluir estas tortillas de La Concordia. Y digo tortillas porque no sólo de patata vive su deslumbrante panoplia: además de ofrecer esta variedad en su versión con y sin (con y sin cebolla: el eterno debate entre las dos Españas), las hay rellenas de frutos tan divertidos y prometedores como la de sardina con guindilla. Una especie de homenaje al ambigú del Adarraga envuelto en huevo que todavía no he catado. Sí que he probado otra delicia, también sorprendente en principio: la tortilla de patata con queso. De Cabrales, por cierto. Un placer que recomiendo.

Aunque lo que me tiene cautivado de La Concordia, más allá de su estupenda provisión de tragos y bocados, no es tanto su oferta en sí como su ambiente. Un bar de los de antes. Con un estupendo servicio, muy profesional, donde los camareros conocen por su nombre de pila a la clientela, confraternizan con ella, construyen ese rico humus tan embriagador que buscamos en las barras de confianza. El jefe de todo esto se llama Román. Veterano, según deduzco, de otros bares de Logroño, despliega con solvencia los saberes recopilados tras largo tiempo en la profesión sin apabullar a los parroquianos. Concediendo la libertad que también ansiamos cuando recalamos por estos lares: no nos gusta que nos agobien. Un saludo cortés, un chiste rápido y atinado (“Aquí viene algún cliente a veces que me pide un gin Kas de Fanta o de Schweppes , qué te parece”, le confesaba una mañana a un feligrés, con mucha gracia) y a lo suyo: a procurar la comanda a quienes se agolpan en su barra, darle un poco de carrete al cliente más conspicuo, expedir la factura y a por el siguiente. Concordia y más concordia: un bar que hace bueno su nombre.

Porque según el diccionario de la RAE, eso significa concordia. Conformidad, unión. O en su segunda acepción, “convenio entre personas que contienden o litigan”. Creo que pocas veces en nuestra sociedad hemos necesitado tanta concordia. Acuerdos que cancelen la propensión humana (tal vez sólo española) al conflicto. Es una hermosa palabra, como advertía párrafos arriba. Que describe además estupendamente el tipo de espacio que debería generar todo bar. Un ecosistema que tienda al consenso, al acuerdo entre semejantes. Eso es la concordia, ese es el bar de mis sueños. Esos son además mis bares favoritos. Si además despachan pinchos de tortilla tan jugosos y bien presentados, creaciones imaginativas que no caen en el absurdo ni el más difícil todavía, pondré en ellos todas mis complacencias. Y rezaré al dios de los bares (no tengo el gusto) o a su patrón o patrona (Santa Marta, según tengo entendido) para que prolifere entre nosotros en este naciente 2019 las dos cosas. La concordia en general, la concordia en los bares en particular. Que en el caso de Logroño sabe a tortilla de patatas. Con un suculento toque a queso de Cabrales.

P. D. Cada año, desde hace unos cuantos ya, Diario LA RIOJA proclama a través de su proyecto editorial dedicado a la gastronomía, Degusta, quiénes sirven las mejores tortillas de Logroño. Se trata de un empeño complicado, por supuesto, por la calidad generalizada que acreditan los aspirantes a ese trono y porque el jurado, formado por personalidades de elevado prestigio, tiene sus propias preferencias, desde luego. Y porque en esta materia, como en tantas otras, opera ese factor tan personal que es el gusto. Siempre subjetivo. Aunque del fallo del jurado puede ser opinable, como todo en esta vida, tengo la seguridad de que si eligen a una tortilla o a otra en las dos categorías (sólo de patata o con algún ingrediente adicional), es que esa tortilla está fetén. Por ejemplo, las dos premiadas el año pasado: la del Serenella arriba mencionada (sólo patata) y la del Némesis (en la otra categoría). Los interesados en obtener tal recompensa pueden empezar a entrenarse: en primavera se celebrará la edición del 2019. Un año para la concordia.

Un recorrido por las barras de la capital de La Rioja

Sobre el autor

Jorge Alacid López (Logroño, 1962) es periodista y autor de los blogs 'Logroño en sus bares' y 'Línea de puntos' en la web de Diario LA RIOJA, donde ocupa el cargo de coordinador de Ediciones. Doctor en Periodismo por la UPV.


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