Bares de cine | Logroño en sus bares - Blogs larioja.com >

Blogs

Jorge Alacid

Logroño en sus bares

Bares de cine

John y Samuel, en nuestra cafetería favorita de Los Ángeles

La taberna del irlandés, el café de Rick allá en Casablanca, la cantina de Mos Eisley (el bar de La Guerra de las Galaxias, para el vulgo)… Cuando dediqué una entrada de este blog al amable camarero Tío Pío, secundario de la maravillosa película Gilda, caí en la cuenta de que también el cine debe mucho a la hostelería. O tal vez sucede al revés: que los bares se han ido adaptando a la imagen que de ellos hemos forjado cuando (todavía) manteníamos la costumbre de tomar asiento en nuestra sala favorita, a ver qué nos echaban en el Diana, el Sahor o el Bretón… Y solían echar (me encanta ese verbo) películas donde salían bares: desde el mítico saloon del Oeste a los garitos típicos del cine negro, de donde se expulsaba un aroma a tabaco y alcohol de mala calidad que luego buscábamos con éxito dispar en los locales que teníamos más a mano. Hemos tenido bares españoles de cine (mi favorito sigue siendo el Moderno de ‘Calle Mayor’), pubs ingleses , cafeterías californianas (cuya estética pop tanto arrebata a Mr. Tarantino), veladores italianos (la Via Veneto que recorría Mastroiani en su ‘Dolce Vita’), los Cafe&Tabac franceses tan caros al cine francés…

En esta materia también tengo mis preferencias, que son bastante universales y ecuánimes: me gustan todos. Me gustan los bares de las películas que me gustan y me gustan los bares incluso de películas que me dejan frío o directamente detesto. Me gusta el bar donde Harry encontró a Sally fingiendo orgasmos, me gusta el café de La Colmena de Mario Camus, me gusta la barra de ‘Fat City‘ rebosante de todos esos perdedores de John Huston… Me seduce el bar de ‘I Vitelloni‘ con sus hastiados jugadores de billar (tan parecidos a los del Moderno de Bardem, sí) y adoro el bar de ‘Fuego en el cuerpo‘ (y su diálogo legendario).
-Me están mirando, dice Kathleen Turner.
– No deberías llevar esa ropa, contesta William Hurt.
– ¿Por qué? Sólo es una blusa y una falda, replica ella.
– Entonces no deberías llevar ese cuerpo, concluye él.

La atmósfera del bar, el inigualable ambiente que se genera cuando entra en combustión la química entre clientela y camareros me parece sin embargo difícil de cazar. Sólo un ojo muy bien entrenado, un cineasta con olfato que haya pasado sus buenos ratos acodado en una barra puede capturar ese intangible. Lo estupendo es que cuando lo hace… Zas. Magia. De repente uno está ante la gran pantalla y desearía saltar al otro lado y pagar la siguiente ronda. Son raros momentos, pero muy deseables. Entre los directores actuales, tengo a Clint Eastwood (tan minusvalorado antes como sobrevalorado hoy) como uno de los más capaces para transportarnos al bar soñado, ese que como clientes potenciales llevamos siempre dentro. Aunque si tengo que decantarme por uno solo de los miles de bares transitados a través de la historia del cine. Si debo confesar en qué bar me gustaría corporeizarme y participar de ese muy logrado ambiente de camaradería (que es cosa distinta de la amistad, un grado más elevado) que retratan los fotogramas… Bueno, ese es el bar de una película que hoy juzgo olvidada aunque en su día alcanzó gran éxito, ‘El cazador’ de Michael Cimino, prometedor director que lleva largo tiempo en la penumbra. Toda la película me sigue hechizando, con un reparto maravilloso (de Robert de Niro a Christopher Walken), pero esa escena de los colegas en el bar, bebiendo, jugando al ‘snooker’ y desafinando mientras atacan ese temazo de Can’t take my eyes off you… Ah… Cada vez que vuelvo a verla me reconcilio con el cine, con los bares y con la amistad. Aquí os dejo el enlace: la calidad de la imagen no es muy buena, pero creo que merece la pena.

En la barra del bar de 'El cazador'

P.D. John Cazale (en la imagen, con John Savage en el bar de ‘El cazador’) es un caso raro en la historia del cine Su prematura muerte nos privó de seguir su evolución como intérprete, que prometía alcanzar alguna cumbre como las que holló en el escaso tiempo del que dispuso. Murió en 1978, con un historial que envidiaría cualquier colega, por la envergadura extraordinaria de las películas en que participó: pocas (cuatro) pero elegidas. Porque Cazale pasó a la historia como el Fredo de las dos primeras entregas de ‘El Padrino‘, el hermano que traiciona a Pacino (“Sé que fuiste tú Fredo, ¡me rompiste el corazón!”) y con un papel episódico en otra gran peli de los 70 hoy semiolvidada, ‘Tarde de perros‘, también con Pacino de protagonista. El cáncer se lo llevó con apenas 42 años, justo después de dejar su testamento cinematográfico en la mentada El cazador, donde compartía cámara con su chica de entonces: una tal Meryl Streep.

Un recorrido por las barras de la capital de La Rioja

Sobre el autor

Jorge Alacid López (Logroño, 1962) es periodista y autor de los blogs 'Logroño en sus bares' y 'Línea de puntos' en la web de Diario LA RIOJA, donde ocupa el cargo de coordinador de Ediciones. Doctor en Periodismo por la UPV.


mayo 2013
MTWTFSS
  12345
6789101112
13141516171819
20212223242526
2728293031