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Jorge Alacid

Logroño en sus bares

Dejad que los bares se acerquen a mí

Imagen del bar Tívoli, por gentileza de Vicky Pujades

La burocracia tiene razones que el corazón no entiende. Bueno, hay cosas que no entiende uno ni poniendo a funcionar su humilde cabecita. Por ejemplo, desde antaño yo he renunciado a comprender en nombre de qué argumento no puede abrirse un bar allí donde a su promotor le pete. Por qué tiene que pedir permiso, a qué instancia le interesa saber si lo abre al lado de otro, enfrente o donde no haya ninguno. Renuncio también a entender la razón de que tal desatino opere sólo en el universo hostelero; a cuento de qué no se extiende esta política al gremio de las mercerías, al sector de las panificadoras o al rubro de las agencias de viaje.

Entro en materia: desde hace tiempo se pregona desde el Ayuntamiento logroñés la suspensión de la ordenanza que hasta ahora exige en ciertos rincones de Logroño mantener una distancia prefijada entre bar y bar. Como nuestra particular serpiente del Lago Ness, este anuncio aparece, se oculta, rebrota y vuelve a esconderse, en función de extraños equilibrios políticos. Según vengo deduciendo de las peculiares conductas de Gobierno local y oposición en torno a este particular, se trata de no molestar a nadie, táctica que asegura siempre justo lo contrario: se acaba por molestar a todo el mundo. Al consumidor, por ejemplo, del que nadie suele acordarse en estas disquisiciones. O a la libre competencia, otro elemento que debiera ser de obligado cumplimiento para las administraciones todas.

La polémica es vieja. Tan vieja que da hasta pereza volver sobre ella. Y muy absurda: incluso las últimas normas llegadas de Bruselas y Madrid consideran una antigualla la ordenanza municipal, propia de tiempos más proteccionistas. Javier Campos, colega en esta casa que nos acoge a ambos, se ha pronunciado sobre ella en su blog Nanay de Logroño. Dejo aquí el enlace porque aporta información a estas líneas que son más bien una queja. Una queja doliente y sorprendida, dirigida a quién sabe quién y resumida en este ruego: por favor, dejad que los bares vengan a mí.

Porque cuando las ordenanzas se retuercen hasta casi estrangularlas, cuando se pretende que la normativa desafíe el sentido común para que se adapte a las contingencias políticas, el resultado suele desembocar en el absurdo. Hay que ir con la cinta métrica por Logroño para ver si el local donde este caballero pretende abrir su garito (el cielo ayude a este valiente) se sitúa o no a la distancia adecuada respecto a la puerta de servicio de aquel otro bar cercano, al que tal vez incluso le pudiera interesar su vecindad. Como quiera que sobre este asunto gravita también el hecho curioso de que hay dos asociaciones que representen al sector en Logroño, la confusión está garantizada. Y reina por lo tanto el sinsentido: ronda por ahí algún empresario que incluso en estos tiempos sombríos parece decidido a abrir su negocio hostelero pero choca contra el muro de la burocracia. Así que acabo donde empecé: aceptando que ignoro qué poderosas razones han justificado y justifican este atentado contra la lógica. Y que confesando que me choca sobremanera que sea un Gobierno local amigo (en teoría) de la libertad de empresa el que ampare esta sinrazón.

P.D. La controversia sobre la distancia entre bares se acaba de avivar porque se atisba la reapertura del Tívoli, suceso que acogí con tanta ilusión… como desconsuelo ahora que se anuncia que tal vez no: que tal vez la mentada normativa impida que se ejecuten los planes de esos intrépidos empresarios dispuestos a arriesgar sus inversiones con un proyecto que yo agradezco  muy sinceramente. Porque pocos bares habré frecuentado más. Porque pocos bares llevo grapados con tanta fuerza a este corazón tan logroñés, como atestigua esta  entrada antigua de el blog. Sería una  lástima que el Tivoli (que ilumina estas líneas gracias a una foto cedida por la amiga Vicky Pujades) tropezara con la ridícula burocracia; entre otras cosas, porque ingresar en el Logroño antiguo por esa aduana de muy castizo sabor nos permitiría saldar nuestra deuda con tantos disparates urbanísticos por allí perpetrados.

Un recorrido por las barras de la capital de La Rioja

Sobre el autor

Jorge Alacid López (Logroño, 1962) es periodista y autor de los blogs 'Logroño en sus bares' y 'Línea de puntos' en la web de Diario LA RIOJA, donde ocupa el cargo de coordinador de Ediciones. Doctor en Periodismo por la UPV.


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