“(…)Buscaves resposta? / ¿Buscabas respuesta?
Aquí la tens! /¡Aquí la tienes!
La trobarás en els meus ulls,/ La encontrarás en mis ojos,
a la meva cara /en mi cara
a la meva rialla/ en mi carcajada
calmosa, /calmada,
plena de dolçor/llena de dulzor
i fresca / y fresca
com una rosa ardent /como una rosa ardiente
a ple sol /a pleno sol
a plena primavera./en plena primavera.”
Buscant Resposta. Cant d´Alzina. Bea Ruiz
Hoy si me lo permitís dedico el inicio del blog a una persona que no conocemos personalmente pero de la que recibimos recientemente un libro de poesía dedicado con muchísimo cariño a nuestro pequeño Alejo. Se trata de un libro precioso, y seguro que tan especial y único como ella misma. Y es que Beatriz es una poeta y tiene la suerte de tener un cromosoma de más, como Alejo.
Había pensado en hablaros de mi incorporación al mundo laboral después de mi baja por maternidad que “entre pitos y flautas” se alargó hasta los seis meses. Explicaros cómo después de todo ese tiempo y de un no parar para descansar, trabajar no me parecía la mejor de las continuaciones…pero no me quedaba otra.
Y llegó el primer día. Recurrí a la jornada reducida por temas de dedicación a mi familia. No me apetecía, y menos ahora, seguir llegando a horas intempestivas en las que el cansancio y las preocupaciones del trabajo no me dejasen disfrutar de los míos. Ahora mis prioridades habían cambiado radicalmente. Alejo le había dado una vuelta a mi mundo y me había puesto en mi sitio. ¿De qué me sirve trabajar tanto si no estoy con ellos? Y es que esta vez siento que los necesito más yo a ellos que ellos a mi.
Tengo la suerte de contar con grandes compañeras, y que también las considero mis amigas (ellas saben a quién me refiero) que me ayudaron a que mi aterrizaje fuera lo más suave posible. De golpe todo era nuevo para mí, no reconocía ningún procedimiento, recordaba vagamente algunos temas, sentía que tampoco quería saber. Era como volver a comenzar. Empecé intentando llevar el control de nuevo de todo aquello que de repente tuve que dejar “patas arriba”…sigo trabajando en ello.
Y llevaba una semana en activo cuando Alejito cayó enfermo. De lo que parecía un simple resfriado pasó a complicarse y resultó que Alejo acabó teniendo la temida bronquiolitis. Hasta llegar al momento del ingreso pasamos unos días angustiosos. Nuestro pequeño tenía mucho trabajo respiratorio (en ese momento que no estaba familiarizada con esa jerga, yo decía que es que Alejo apenas podía respirar) y le costaba comer. Finalmente, después de un periplo por más de una sala de urgencias acabamos en el Hospital Gregorio Marañón. Nos remontamos a principios de diciembre…Las Navidades a la vuelta de la esquina. La soledad de un hospital, las noches que no son oscuras porque allí la vida sigue, las luchas con algunas enfermeras y las charlas con otras. El sufrimiento por ver a tu hijo, que además de ser tu hijo resulta que es más delicado que otros muchos (o eso es lo que tu te crees porque es el tuyo) y le llenan de cables y su mirada…esos ojos de Alejo son tan profundos cuando te miran…a través de ellos vemos su alma y por ese entonces, su alma pedía a gritos salir de ahí. Sé que una bronquiolitis no es nada tan grave como para preocuparse en exceso pero…era nuestra primera vez en un hospital y entendedme, cuando uno emocionalmente no ha superado un bache, encontrarse con otro…sacamos la fuerza que nos quedaba para no caer en la tristeza.
Me hubiese cambiado por él mil veces.
Pues dejando la parte negativa de un lado, voy a aprovechar para hablar de todo lo bueno que nos llevamos de esa experiencia y que fue mucho, os lo aseguro.
Estuvimos 13 días con sus correspondientes noches. Nos conocimos a la perfección cada uno de los turnos de enfermeras, el de la mañana nos traía la alegría, la luz, la felicidad. El de la tarde era el que nos infundía la calma y el silencio. El de la noche era más complicado. Las noches son duras para todos. A pesar de eso en ese turno también encontramos una persona que nos apoyó muchísimo en la evolución de Alejo y que creyó al igual que nosotros que la lactancia materna estaba por encima de todo. Una cómplice.
En cada uno de los turnos había una enfermera que compartía con nosotros parte de su vida (y lo que me gusta a mi escuchar las historias de la gente…). Muchas de ellas habían pasado por oncología infantil previamente y nos contaban su manera de ver la vida después de haber sido partes activas de lo más duro del mundo y luego miraban a Alejo y…pues había que darle gracias a la vida.
¡Y también hicimos amigos! tantas horas de hospital dan para mucho. Conocimos a gente increíble. Todos compartíamos un denominador común, la bronquiolitis. Hubo dos bebés que casualmente se llamaban igual, Luca. ¡Qué familias más buenas había detrás! también compartimos habitación con una bebé que era gitana. Al principio, los prejuicios y el cansancio pudieron con nosotros y yo sentí preocupación. Pasaron las horas y descubrimos en ellos a una familia asombrosa, buena gente, educada, cariñosa. Culturas diferentes sí, pero mismo corazón. “Ay, mama, que estamos compartiendo habitación con un bebé payo que es muy gordo, muy gordo!” decían entre llamadas. Ese era Alejo. Nuestro bollito.
Celebramos las Navidades con Alejo entre algodones. Y tal cuál recibimos el 2017.
En un principio no sabía si iba a poder escribir mi entrada de hoy. Candela está malita con anginas y hemos pasado un fin de semana un poco crítico, de esos en los que por las noches no pegas ojo. Ahora la tengo a mi lado intentando dormir un poco…La pobrecita ha tenido unas fiebres muy altas y ha aguantado estoicamente como ha podido. De hecho yo en su lugar me hubiera estado quejando hasta la saciedad y ella simplemente se ha quejado cuando ya no ha soportado el dolor. Capítulo a parte sería hablar de su fácil ingestión de cualquier tipo de medicamento. La admiro, públicamente lo confieso. La admiro y la quiero cada día más. A mis 36 años todavía llevo mal lo de tomarme ningún mejunje, no lo puedo evitar. Hay cosas que no cambian.
Antes de finalizar y con el permiso de dos grandes personas, Bárbara y Teresa, quiero compartir con vosotros este fantástico vídeo resumen que prepararon para dar la bienvenida en la Fundación Down Madrid a nuevos padres de niños con Síndrome de Down.
Tanto Bárbara como Teresa quieren demostrarnos a todos que nuestros niños pueden y hacen lo mismo que el resto. Ellas son geniales pero sus pequeños son lo mejor. Gracias por vuestro trabajo y por ayudarnos tanto a todos.
Y quiero acabar esta entrada con la misma persona con la que la empecé pero compartiendo (espero que no le importe) esas bonitas palabras que le dedica al protagonista de este blog y que tanto nos emocionaron al leerlas.
“Para Alejo:
Yo soy como tu, y estoy segura de que llegarás muy lejos. Puede que te cueste, porque en este mundo es como una montaña rusa.
Tanto como sube baja, ten fe y recuerda que todo es poesía.
Las hojas son poesía,
los pétalos es amor,
el tiempo es nuestro aliado
las agujas del reloj nunca pasan para nosotros.
Las hojas son poesía
y las ramas de los árboles bailan consigo.
Un beso no es un adiós,
un abrazo tampoco,
tan sólo te digo que una sonrisa es lo más bello de la vida”
Bea.
Gracias de corazón de parte de Alejo y de la de toda su familia