En esta vida, todo llega y todo pasa. Tras las dos puestas de largo en directo de Innervoice durante este mes de abril, no me queda más que dar las gracias a mis compañeros de banda por su complicidad, trabajo, ilusión y buen hacer en esta aventura y por supuesto a todos vosotros, viejos y nuevos amigos, unos conocidos y otros no tanto, que habeis estado al pie del cañón durante todo este tiempo apoyando a Innervoice en nuestra web, las redes sociales y en directo.

Una curiosa instantánea de Tommy Aldridge
No cabe duda que Innervoice, como conjunto de covers de Hard Rock, es una apuesta arriesgada y difícil, a la par que muy bonita. Y es que no es nada fácil interpretar una canción al dedillo, tal y como la concebió su autor, respetando hasta la última nota. Eso es exactamente una ‘cover’, a menudo confundida con una ‘versión’. Pero claro, el resultado es espectacular, aunque conlleva y exige muchísimo trabajo detrás, para que todo suene como debe sonar.
Personalmente esta odisea musical me ha supuesto el replanteamiento de la añeja visión que otrora tenía de mi instrumento; la batería. Si antaño ya profesaba alto respeto por maestros del género como Cozy Powell, Tommy Aldridge, Vinnie Appice, …y un largo etcétera, ahora todavía más, si cabe. Y es que a la hora de ponerme a estudiar sus canciones, conforme íbamos construyendo el repertorio de Innervoice este invierno, más me daba cuenta de la dificultad que entrañaban las mismas, a la par que su talento innato para componer unos pasajes rítmicos que rozan la perfección musical.
Innervoice es un reto, está claro. Por el momento y apoyándome en vuestra opinión, parece que hemos pasado con buena nota los dos primeros exámenes. Seguimos trabajando en el local, con muchísima humildad, aprendiendo de los errores y machacando bien los temas, pero sin olvidarnos de lo más importante, el por qué estamos metidos en esto: el amor a la música. Y es que el día que dejemos de disfrutar con lo que hacemos, todo esto habrá perdido su significado.