Gracias a un mercado en vertiginoso cambio y la globalización virtual del catalogo musical – con todo lo que ello conlleva –, ser una estrella del rock no es viable hoy en día, económicamente hablando. Y es que la vieja esperanza que aguardábamos miles de jóvenes de lograr un hit mundial y convertirnos en curtidos millonarios rodeados de tías buenas con el pelo cardado, asesores lameculos, fieros guardaespaldas, legiones de fans, discos de platino y un buen montón de toallas… ha desaparecido.
En la actualidad y dejando a un lado a los cuatro privilegiados de turno – a esos a los que un día les sonó la flauta -, el músico Pro se contenta y da gracias por llevarse a la boca un salario mileurista – para nada despreciable con la que está cayendo – que fluye tímidamente desde cada escenario o tablao que va pisando en salas de segunda, tercera y regional preferente. Imaginaros las condiciones de los músicos amateur, para mear y no echar gota.
Desconozco cual será la situación actual fuera del heavy metal, aunque mucho me temo que no será muy diferente de ésta. Por lo tanto, centrémonos en lo que de verdad importa; la música. Y qué mejor manera de disfrutar que con esta canción, verdadero exorcismo de malos rollos. ¡Va por ustedes!.