Hace unos días, leyendo una magnífica entrada en el blog ‘We are rock’ de Marta Mae sobre la cantante estadounidense Grace Slick (Jefferson Airplane), me daba de bruces con las siguientes declaraciones de la citada artista -reproducidas a continuación- con las que no puedo estar más de acuerdo.
Grace decidió dejar los escenarios en los noventa, ya que en alguna ocasión Grace ha afirmado que el rock es un estilo musical de y para gente joven y que, por más que lo intenten, los mayores nunca pueden ofrecer la chispa que debe tener el rock. En una entrevista en 2007 afirmó: “Es estúpido interpretar un tema que ya no tiene sentido en el presente o que expresa sentimientos que ya no tienes”. (Texto publicado en ‘We are rock’, julio de 2015).
Y es que, aunque duela, hoy en día tenemos numerosos ejemplos de músicos ya maduros que continúan paseándose por los escenarios sin complejo alguno, recitando a grito pelado aquellos rebeldes himnos de juventud que los hicieron grandes, pero que carecen de todo sentido hoy en día.
Por supuesto, respeto su decisión y me parece cojonudo que sigan rockeando en pleno siglo XXI, porque los aficionados los seguimos disfrutando, pero… ¿es por amor a su profesión o porque económicamente -posiblemente tras una mala gestión de su éxito comercial en el pasado o un escandaloso divorcio- no pueden jubilarse de los focos porque no les salen los números?.
Recuerdo con una media sonrisa aquellas declaraciones de Bruce Dickinson en 1993, cuando abandonó Iron Maiden explicando que ya no sentía lo mismo al cantar las antiguas letras del grupo y que algunas de ellas le parecían incluso ridículas, entre otras cosas. Hoy en día, de nuevo en la banda que le otorgó el éxito mundial, imagino que seguirá sintiéndose raro cuando recita los clásicos del combo británico mientras brinca sobre las tablas. Pero la pela es la pela.
Y sino que se lo cuenten a los retornados Guns´n´Roses, ¿verdad?. ¿Y qué me decís de los todopoderosos Metallica?, que al igual que Rob Haldford (Judas Priest) y Ozzy Osbourne, por ejemplo, maltratan su antiguo repertorio noche tras noche sin llegar a recuperar el estado de forma que los hizo grandes. De Kiss mejor no hablar. Y así un largo etcétera…
¿Dinero o devoción?. ¿Actitud o rutina?… en cualquier caso y sea cual sea su respuesta, el escaso o nulo relevo generacional de estos dinosaurios tampoco ayuda al saneamiento de los grandes festivales y sus escenarios, que llevan repitiendo cabezas de cartel durante los últimos treinta años. Pero eso, querido lector, es otro debate.