Sí, lo sé. En ocasiones me pongo pelín pesado proclamando a viva voz la hermosura y sensibilidad que esta música esconde en su interior, ante el asombro de propios y extraños. Y es que descubrir y saborear algo tan bonito y lleno de magia es un regalo de dioses, un placer para los sentidos que sin duda, cualquier buen melómano sabrá apreciar las bondades que se encuentran en el Heavy Metal.
Esto, señoras y señores, ni es una bofetada ni la música de Satán. Esto es algo que va más allá de cualquier entendimiento racional, es algo que se escucha con el corazón. Por favor, pongan atención y vean lo que somos capaces de construir. Si se fijan bien quizás vean entre el público a Ernesto, Pepe, Peque o a un servidor. ¡Qué grandes JOURNEY! inyectando felicidad y esperanza en un público harto y cansado de la indiferencia de los grandes medios de comunicación hacia su gran pasión, y sin embargo feliz de encontrarse entre los suyos, con veinte mil almas que gritan al unísono su canto de libertad.
Por favor, disfrutar este momento.