Estas últimas semanas los aficionados al rock patrio estamos siendo testigos del linchamiento mediático al que se está sometiendo al grupo Barón Rojo, por parte de algunas publicaciones especializadas. No las cito aquí para aliviar su feedback, pero lógicamente no estoy en absoluto de acuerdo con sus postulados. Resulta que, según estos medios y apoyados en las crónicas de sus últimos conciertos, los barones deberían retirarse o replantearse su espectáculo antes que seguir mancillando su otrora buen nombre y status.
Ante todo, mucha calma –como dirían Siniestro Total-. Estamos hablando de Barón Rojo, la banda de ‘heavy’ más grande que ha parido este país en toda su historia. Protagonistas de innumerables y míticas gestas a quiénes la edad no se les perdona, según parece. Un grupo cuya influencia y genialidad están fuera de toda duda y que atesora un bagaje de auténtico vértigo plagado de himnos, los mismos que recitan a grito pelado tres generaciones. En dos palabras: ‘Volumen Brutal’.
Está claro que una banda con el cincuenta por ciento de su formación original difícilmente va a sonar como antaño. Lo mismo pasa en Slayer y nadie dice nada –claro, como son yanquis- . Y también es de recibo que los cuerpos envejecen con el paso del tiempo y por lo tanto, las habilidades de juventud van mermando poco a poco. Pero eso no debería otorgar licencia a ciertos periodistas para lanzarse a la jugular del Barón cada vez que pisa un escenario.
Hablamos de personas, de músicos,… se merecen todo el respeto, no insultos. Y es que en España estamos muy acostumbrados a denostar lo nuestro y adorar lo extraño. Cierto es que los hermanos de Castro continúan enarbolando el nombre de Barón Rojo a pesar de la notable ausencia de Hermes y Sherpa, la otra cara de la moneda. Y que muchos aficionados no llevan bien esa causa. Yo tampoco la comprendo demasiado, pero la respeto y la disfruto -todavía recuerdo aquel concierto que dí con Silencio Absoluto teloneando a los barones en Fuenmayor-.
Quizás deberíamos aprender de los norteamericanos, que para eso andan bien espabilados. Dos bandas con un nombre similar y tan amigos. Y aquí no ha pasado nada. Eso sí, no me toques los barones que me conozco.
¡Larga vida al Rock and Roll!.