La pregunta está en el aire aunque la respuesta se encuentre a ras de suelo. Las obras de soterramiento del ferrocarril significarán que el túnel de Cascajos, también llamado pasaje de la Estambrera, desaparezca para siempre dando ‘paso’ a un Logroño sin barreras en el que para acceder desde la plaza de Europa (donde se ubica la actual estación de Renfe) hasta la calle Marqués de Larios no haga falta… descender a los infiernos.
El otrora pasadizo que conducía a los más atrevidos desde la ciudad conocida al entonces extrarradio, aquella puerta de entrada a lo desconocido que tanto se prestaba a la aventura bajo las vías del tren, nunca gozó de buena fama … Tras años de servicio, la construcción de la pasarela, que pese a ser calificada con el adjetivo de provisional hasta hace tres días llevaba visos de tornarse en eterna, ganó la partida.
Pese a reformas como la acometida en 1998 (sirva de testimonio la foto tomada por el ex reportero gráfico Tomás Blanco durante una visita del entonces alcalde, José Luis Bermejo, al naciente barrio sur de Logroño), al túnel de Cascajos siempre le resultó imposible mantenerse con la cara lavada… hasta el punto de ir siendo condenado al olvido conforme se estrechaban los lazos a ambos lados de la barrera ferroviaria.
Ahora que los graffitis en las paredes, los fluorescentes sin luz, las baldosas caídas o la proliferación de humedades han dejado de ser noticia para convertirse en ‘elementos habituales’ del paradójicamente inaccesible espacio… (vean sino la pendiente de las escaleras de entrada y salida), hay quien comienza a caer en la cuenta de que el viejo y denostado pasaje tiene los ‘pasos’ contados.
Pese a su deplorable estado, el túnel, pasaje, pasadizo o como quisiera llamársele, tuvo y retuvo a parte de su público. Logroñeses y logroñesas que, en un intento desesperado por mantener parte de la memoria de la ciudad, tratan en vano de recuperar el eco de unos pasos ya perdidos.