Desde Asturias con amor:
Primero fue Suso 33. Ahora, Boa Mistura. Artistas de fuera que, bajo el amparo de la Administración local, hacen lo que se les niega a los de aquí sin que nadie parezca caer en la cuenta de semejante agravio. ¿Cómo puede el Ayuntamiento de Logroño pagar a unos grafiteros para que dejen la impronta de su arte ‘spray’ en mano mientras a otros se les persigue con la nueva ordenanza cívica bajo el brazo?
«Para empezar habría que decirles que en Logroño hay suficiente nivel como para dar mayor cobertura a la gente de aquí…», me explicaban en su día dos de quienes, actualmente, conforman la nueva generación de artistas urbanos de la capital regional. Cansados de que por un lado las autoridades engorden al grafiti con ‘movidas’ como ‘La Ciudad Inventada’ y por el otro intenten poner freno al fenómeno de las pintadas cuando es vox populi la dimensión ilegal de grafitear en la calle, autores de, entre otras, la recreación de la estación de ferrocarril en la plaza Monseñor Romero, reclaman su espacio sin entender ‘de qué va’ el Consistorio capitalino: los mismos que costean la visita de grafiteros ‘estrella’ a la vez que preparan una ordenanza que penaliza los grafitis en lugares públicos.
La pregunta está en la calle: ¿Por qué si el Ayuntamiento ha dado el visto bueno a la realización de un mural en un medianil de la Mayor no permite lo mismo en otros espacios similares? Bastaría con reunir a los artistas ‘locales’ y consensuar los motivos a plasmar sobre el lienzo (muro en este caso)… De lo contrario, pese a quien pese, nadie puede negar el agravio. Un agravio que, esta vez, se escribe con ‘s’… con ‘ese’ de spray.