Salgo a mi balcón, que me ofrece un primerísimo primer plano del soterramiento, y compruebo curioso cómo las obras de cimentación de la futura estación de autobuses ya están en marcha… Los forjados, que ya empiezan a asomar, avanzan a toda máquina coincidiendo con el fin de los trabajos del cajón ferroviario que ocultará las vías del tren.
Y así, entre el ruido de máquinas excavadoras, martillos neumáticos y taladradoras de gran tonelaje, a un vecino más de Marqués de Larios le da por hacer memoria en torno a las obras… Esos mismos muros pantalla, me digo, esos mismos que servirán para enterrar definitivamente la barrera que ha mantenido dividida Logroño en dos partes, ¿podrán sepultar todo lo acontecido con la futurista estación?
A mi pregunta le sigue el recuerdo de que ese complejo intermodal del que ahora se habla, ese que integrará estación de trenes y de autobuses, en principio solo iba a ser de trenes… Así lo acordó el PP en el Gobierno y ahora, en la oposición, ve como a ésta se le sumará la de autobuses por obra y gracia (y lógica, sobre todo) de PSOE y PR. Mejor dicho, por obra y gracia del esfuerzo de todos y cada uno de los logroñeses que serán quienes la financien íntegramente…
La nueva estación contará con 27 dársenas para autobuses y otras diez de reserva… y son como poco 37 las razones por las que sería lógico que el Gobierno de La Rioja asumiese su parte como hace en el resto de localidades de la región. En caso contrario, y así lo intuyo, ni todo el hormigón del mundo podrá tapar semejante agravio… Se mire por donde se mire; desde mi balcón del número 40 o desde cualquier otro.