¿Rehabilitación o reconstrucción? Dos caras, sí, pero de distinta moneda: Reformar a tiempo respetando la edificación original o que sean las ruinas las que determinen el proyecto para, de paso, incluir un moderno ascensor. De la respuesta depende dejar en herencia a las generaciones venideras una zona centro lo más auténtica posible o una especie de parque temático en el que, sino todo al menos en parte, el cartón-piedra esté a la par del ladrillo… postizo en su intento de dar el pego.
Sirvan como ejemplo los siete edificios que están declarados en ruina pendientes de demolición. Nunca volverán a ser lo que antes y, por tanto, su cuadrícula del callejero tampoco. La rehabilitación es la única solución real y efectiva para recuperar el Casco Antiguo. El de Logroño y el de cualquier parte del mundo. Las recreaciones son pedagógicas, didácticas y, sobre todo, festivas… ahora bien, ¿útiles cuando de lo que se trata es de conservar y preservar la memoria de donde habitaron nuestros abuelos?
El paso del tiempo juega en contra de un verdadero plan de impulso y dinamización. Sólo tras la albañilería viene la recuperación poblacional y comercial… si bien no debería ser a cualquier precio. Décadas de abandono, falta de mantenimiento y despreocupación por parte de las Administraciones han sido las armas con las que se ha herido de muerte a nuestro Casco. Dice Ángel Varea que se han dejado morir edificios cuando lo justo sería decir que les hemos matado, entre todos.
¿Se puede prevenir la salud de los edificios?, cabría preguntarse. No parece fácil, pero empezar poniendo en marcha una unidad de inspección técnica y exigiendo un mínimo de conservación a sus propietarios sería un buen comienzo. Con crisis o sin ella.