“El civismo sólo tiene sentido cuando es libremente asumido, la ciudadanía se aprende no se impone… El civismo se aprende a partir de la convivencia”. El profesor de Antropología Social de la Universidad de Lleida Carles Feixa lo tiene claro. La Plataforma ‘Cívicxs contra la Ordenanza’ también… Pero, ¿y el Ayuntamiento de Logroño?
El pleno municipal acaba de aprobar inicialmente la denominada Ordenanza de Fomento de la Convivencia Ciudadana, más conocida como Ordenanza Cívica: una especie de guía para convertirse en lo que la Administración entiende por ciudadano ejemplar cuya utilidad ya empieza estando en tela de juicio y su eficacia, aplicando el mismo sentido común al que apela con tanta frecuencia la concejala de Medio Ambiente, despierta no pocas dudas.
Dice Concha Arribas sobre el sentido común que “a veces es el más raro de los sentidos” y no le falta razón… La ordenanza en sí es una buena prueba de ello: que sea la Policía Local la encargada de velar por su cumplimiento quedando en sus manos la responsabilidad de graduar la sanción en función del alcance de la infracción no deja de resultar arbitrario.
¿Acaso las multas por conductas como gritar o cantar en la calle dependerán si el agente en cuestión considera que la voz del alborotador no está lo suficientemente afinada? Lo dicho, un despropósito…
Y es que mal vamos si nos tienen que tocar el bolsillo para saber que no se puede orinar en la calle (eso sí, ¿para cuándo una verdadera red de baños públicos?), quemar un contenedor (que al final pagamos todos vía impuestos municipales) o dejar al perro solo en el balcón de casa (¿recuerdan lo sucedido en Valdegastea con el ‘pitbull’ suelto y el vecino que, escopeta en ristre, se tomaba la justicia por su mano -por su dedo habría que decir, que fue con lo que apretó el gatillo- asegurándose de que el can ya no necesitase bozal?).
Lo dicho, mal vamos… Como mal irá la nueva ordenanza si no hay un policía en cada esquina pendiente de que todos seamos ‘políticamente correctos’, al menos lo bastante como para ajustarnos a lo establecido en su texto regulador.
Y como de momento nadie ha anunciado un aumento de la plantilla policial de tales dimensiones, lo más probable es que la ordenanza, esa con la que pretenden mejorar la convivencia entre logroñeses, entre logroñeses y turistas, y entre logroñeses, turistas y animales de compañía, acabe en papel mojado. Tiempo al tiempo…
Yo no me creo que en virtud a una ordenanza se vaya a multar a los ciclistas que circulen por las aceras cuando ya existen normas que hacen lo propio con el peatón que cruza la calle con el semáforo en rojo pero que, en la práctica, nadie cumple ni nadie hace cumplir… ¿O acaso se imaginan a un niño diciéndole a sus padres al llegar a casa que la policía les ha multado por ‘fliparlo’ con el monopatín?
La respuesta, una vez más, está en esa palabra tan en desuso, pasada de moda y con la que la RAE, aprovechando la reunión de esta misma semana en San Millán de la Cogolla, debería comenzar y terminar el diccionario: EDUCACIÓN.
El civismo se aprende, no se impone… En la educación está la solución a la mayor parte de nuestros problemas.