Un dígito más… El movimiento 15-M no tiene freno y no hay Junta Electoral que lo pare. Más de un millar de ‘indignados’ han conseguido hoy otro nuevo récord de asistencia durante la asamblea de hoy en el campamento de la plaza del Mercado.
Logroño es noticia y no solo en Logroño pues las imágenes de su insurrección pacífica han saltado a los medios de comunicación nacionales y, por tanto, están siendo vistas como todo un ejemplo de participación activa en el conjunto de España. No tenemos nada que envidiar a ciudades como Pamplona o Gijón solo por citar a dos ciudades de nuestro entorno.
También hay logroñeses en la acampada de Sol dando la cara. Dejo aquí el escrito de Guillermo Sáez, quien ha dado su permiso a ‘Nanay de Logroño’ para hacerse eco de su testimonio de la misma manera que hoy lo ha hecho Diario LA RIOJA (mañana hay segunda parte, por cierto):
Soy logroñés, tengo 27 años y una desafección hacia la política que comparto con buena parte de mi generación. Pero el domingo pasado nos enteramos de que había una manifestación con un lema real (‘No somos mercancía en mano de políticos y banqueros’) y otro subterráneo que emergió en forma de cántico (‘Si somos el futuro, por qué nos dais por culo’).
Abrimos los ojos del todo y vimos que nos encontrábamos en una habitación cerrada, sin ventanas y cada vez más angosta. Ese 15-M, miles de indignados entreabrimos una pequeña puerta en forma de manifestación. Con el paso de los días, hemos tirado esa puerta abajo y hemos visto que detrás hay un inmenso lienzo en blanco. Apretando los hombros en la Puerta del Sol impedimos el paso a quienes quieren emborronarlo, a los políticos aturdidos porque empezamos a despertar de su perversa nana.
Un campamento, varias asambleas, muchas personas hartas. La primera noche se produjo un desalojo en el que no estuve y la segunda decidí quedarme junto con un amigo. El movimiento se había organizado en varias comisiones: comunicación, legal, acción, extensión… Fuimos de comisión en comisión tomando el pulso de la gente y en todas percibimos una electricidad humana que ponía los pelos de punta.
Esa madrugada (del martes al miércoles) se celebró una asamblea general de cinco horas en la que participamos votando en cada propuesta. A las seis de la noche cogí el metro de vuelta a casa contagiando por tanto entusiasmo, pero escéptico porque veía que, si nadie canalizaba tanta energía, todo podía desbordarse hasta quedar como un bonito recuerdo de lo que pudo haber sido.
Y de repente, llegó la Junta Electoral para echar una mano con la decisión más ridícula posible: prohibir la concentración del día siguiente porque “afecta al voto responsable”. En ese momento confirmé que los argumentos esgrimidos en la Puerta del Sol están a años luz. Que teníamos mucha más altura moral que un grupo de jueces y catedráticos apolillados que no se enteran o no se quieren enterar.
Renovada nuestra cuota de indignación, el miércoles volví con mis amigos a Sol para demostrar a los burócratas lo que pensamos de su poder apoltronado. Otra vez pitamos, botamos, cantamos hasta llenarnos de lija las gargantas. Ahora ya no tengo el temor de que toda esta energía se disperse porque se ha consolidado la primera propuesta formal:reformar la Ley Electoral.
Es una petición que yo había mascado en silencio durante mucho tiempo. Como tantas otras personas, en la soledad de mis pensamientos. Pero se acabó el tiempo del individualismo y la sorda resignación. En la Puerta del Sol, como en tantas otras plazas de España (y leo que del mundo) nos hemos mirado a los ojos y hemos visto que son espejos donde la indignación, ahora sí, se refleja hasta el infinito.
Ayer mismo, un empleado de banca (de la ventanilla, vamos) me decía, sabedor como es de mi condición de informador, que no dejásemos de prestarle atención “a lo de la plaza del Mercado”… Hoy, alguien de su misma edad (creo que sobrepasa los 50 años) me desvelaba en esa misma plaza la explicación al brillo en los ojos del primero: “Estoy emocionado, porque hace mucho tiempo que esperaba esto”.