¿Pasar a kilo por la quilla? De acuerdo, pero, ¿y después qué? Eso debieron pensar los críticos (que por lo que se ve ya no quieren serlo), porque de lo contrario a mí que me lo expliquen. Después de que en la misma semana Izquierda Socialista, la autodenominada ‘corriente interna del PSOE’, exigiese la dimisión inmediata tanto de Martínez Aldama como de Vicente Urquía en la asamblea extraordinaria de la Agrupación Socialista de Logroño para apenas tres días después ratificar tanto al uno como al otro hasta el 2012 (con “cheque en blanco” de Santiago Sufrategui incluido), les confieso que ya no entiendo nada.
¿Dónde dije digo, digo diego? Pues tendremos que creérnoslo ateniéndonos tanto al comunicado remitido por el PSOE de La Rioja como a la nota difundida por Izquierda Socialista. Unidad (aunque por lo visto no uniformidad) en pro de salvar la cara de unos y de otros después de que solo 72 horas antes algunos pareciesen dispuestos a partírsela.
No en vano, el jueves nos desayunábamos con la noticia: Dos dimisiones, dos… eso sí, vaya por delante que dos de los cuatro nombres que en el 2008 fueron propuestos desde la candidatura de Santiago Sufrategui a la Secretaría General del PSOE de La Rioja para integrarse en la Ejecutiva de la Agrupación Socialista de Logroño. “Los de siempre”, en palabras del propio Vicente Urquía. “Los mismos que pidieron mi dimisión incluso antes de las elecciones”, me añadía entonces el secretario local.
Nubes negras anunciaban tormenta para el sábado, día de reunión extraordinaria en el Comité Regional del PSOE. Y desde aquí les confieso que presagiaba que la asamblea, también extraordinaria, de la Agrupación Socialista de Logroño, no sería más que un ensayo general de lo que se avecinaba en el citado Comité. Me equivoqué (como tantas veces, sí), pues todo quedó en un bluff.
El 98% de los socialistas riojanos (al menos los integrantes del Comité Regional) ratificaron a Kilo y a su Ejecutiva (a toda) para conducir el partido hasta el congreso regional del próximo año y afrontar con garantías las elecciones generales. “Los problemas no se solucionan con mi dimisión, pero sí con unidad y más trabajo aún”, dijo Aldama a los suyos… y todos asintieron. O al menos nadie ha dicho que no lo hiciese. Y es que resulta que el denominado sector crítico, el mismo que tanto critica (o criticaba, perdón) el inmovilismo de los de siempre, tampoco ha cambiado desde hace exactamente los mismos años que el tan denostado aparato oficial… o incluso más.
¿Hay vida más allá de unos y de otros, es decir, más allá de ‘los mismos de siempre’? Esa es la verdadera pregunta. Sobre todo si tenemos en cuenta que ahora resulta que nadie (sí, sí, han leído bien: nadie) vería con malos ojos que Francisco Martínez Aldama encabezase las listas al Senado. ¿A eso se referían cuando pedían una renovación total en las listas? No se por qué me da que, con todo lo complicado que parezca, a día de hoy es más fácil la regeneración de planteamientos que de nombres. Las ideas, basta con ver el alto número de intervenciones, fluyen… las personas, de momento y hasta que no se demuestre lo contrario, confluyen. En tal o en cual dirección, sí, pero eso es lo de menos…