Dijeron adiós dando las gracias. Una y mil veces. Inmaculada Sáenz y Ángel Varea escenificaron ayer el fin de ciclo que más allá del cambio de Gobierno conllevará la ‘despedida y quien sabe si cierre’ a la estrecha colaboración mantenida durante la legislatura que ahora se acaba entre la concejala de Participación Ciudadana y el concejal de Promoción de la Ciudad.
Fruto de su buen entendimiento y aún mejor sintonía, el támdem Sáenz-Varea ha elevado las fiestas de San Bernabé a cotas desconocidas hasta estos cuatro años llegando a momentos de tal altura que les llevaron a creer que no tenían techo. El empecinamiento de ambos por implicar al conjunto de la ciudad, sí o sí, y la buena respuesta de logroñeses y logroñesas tuvo mucho que ver en la propia creencia.
Ya saben: puedes, si crees que puedes. Y lo cierto es que pudieron. Ayer llegó el turno de los reconocimientos… de las felicitaciones por lo hecho. “Nos habéis enseñado a conjugar el verbo logroñear, una combinación de Logroño y soñar que todavía no está en el Diccionarios de la Real Academia de la Lengua Española”, dijo Sáenz visiblemente emocionada contangiando sus lágrimas a la práctica totalidad de los presentes. Hasta a Varea, aunque se esforzase por disimularlo, se le humedecieron los ojos.
Finalizados los abrazos y las palmaditas en el hombro, llegaba la confesión. Tristeza por lo que se acaba, sí, pero sobre todo temor… mucha incertidumbre de cara al futuro: ¿qué pasará a partir de ahora con las fiestas de San Bernabé? Esperemos que la nueva Coporación, con ayuda del Patrón, despeje estos mismos días esa y otras muchas incógnitas.