Todo empezó con una denuncia por supuestas irregularidades en las contrataciones, siguió con la confirmación de que se había pagado por suministros no recibidos y, varios meses después y con unas elecciones de por medio, el asunto deriva en que se abonaban facturas por encima de lo establecido en contrato. Y entre tanto: esculturas ‘desaparecidas’, placas de menos, encargos antes de su adjudicación definitiva y explicaciones de lo más rocambolescas… de ciencia-ficción, vamos, por no decir de ‘españoladas’ propias de Pajares y Esteso.
Algo huele mal en todo lo relacionado con el turismo en la ciudad de Logroño. Y mucho me temo que la Fundación, ahora que todo está en manos de la Fiscalía, va a quedar herida de muerte. Lejos de quedar las cosas ahí, y para cuadrar el círculo, el polémico plan de dinamización enoturística ha llegado a su fin con la controvertida actuación en las calles Laurel y San Juan, cuyos defectos en su ejecución han pasado de Corporación a Corporación.
Nadie sabe con certeza en qué acabará todo. El turismo, ese gran invento… si las cosas se hacen bien. El PR hacía y deshacía, el PSOE callaba (y ya se sabe que quien calla, otorga) y el PP, si ya encontró en el tema un auténtico filón electoral, ahora que está en el Gobierno municipal no va a desaprovechar la oportunidad de saldar cuentas pendientes. Cuentas que, en este caso, son las de todos pues el dinero salía de las arcas públicas, es decir, de mis impuestos, de los suyos y de los de su vecino del quinto. Lo dicho, algo huele mal… que me demuestren lo contrario o no va a haber ambientador que lo neutralice.