Y a ver ahora quién es el guapo (o la guapa) que resuelve la cuadratura de ese círculo… El Ayuntamiento de Logroño deberá devolver al Gobierno de España los 10,3 millones de euros recibidos de más en concepto de participación en los tributos estatales correspondientes al 2009, cantidad que asciende a más de 200 en el caso del Gobierno de La Rioja, y que, salvo en contadas ocasiones, afecta a la casi totalidad de los municipios de la comunidad y del conjunto de autonomías.
Un reintegro que las administraciones deben efectuar en ¿cinco cómodos plazos anuales? y que llevará a los distintos responsables del área de Economía y Hacienda a necesitar algo más que una simple calculadora a la hora de elaborar los próximos presupuestos, tanto regionales como locales. Las previsiones ‘al alza’ del Ministerio hicieron que ayuntamientos y comunidades autónomas gastasen un dinero que no era suyo (en otras palabras, que no tenían) y ahora, con la que está cayendo, se verán obligados a devolver céntimo a céntimo.
Una nueva y perversa versión por parte de la Administración General del Estado del ‘ponerles el caramelo en la boca para luego quitárselo’, en este caso a municipios, provincias y regiones, solo que con la particularidad de que aquí el caramelo no es que ya lo hayan chupado sino que hasta lo han relamido. ¿Quién pagará ahora las consecuencias de tal dispendio de ‘chuches’? De momento, el Ayuntamiento de Logroño ha descartado un incremento de la presión fiscal sobre la ciudadanía, pero, lo dicho, solo de momento. Normal el ‘cabreo’ que tengan unos y otros independientemente de siglas.
Desajuste, desvío, desequilibrio… son muchas las maneras de referirse a lo sucedido: las entregas estatales a cuenta tanto a las administraciones regionales como a las locales por parte del Estado se hicieron en base a una previsión de ingresos en concepto de impuestos muy por encima de lo finalmente recaudado. Infladas hasta en un 32% para que nos entendamos…
Unos cálculos que hablan muy poco en favor de la Administración General del Estado (sea la que sea) y que dejan abiertas no pocas preguntas: ¿Cómo puede un Ministerio de Economía y Hacienda que se precie elaborar unos presupuestos tan alejados de la realidad? ¿Acaso no disponen de los mecanismos necesarios para prever con un mínimo margen de error lo que se ingresará o se dejará de ingresar? Lo dicho, algo más que una simple calculadora… eso sí, mejor que la que en su día utilizó Pedro Solbes.