Tiene hoy día el mercado de los pimientos más de tradición que de negocio… Probablemente hubo tiempos mejores, esos en los que uno apenas sabía situar en el mapa la provincia de Logroño (y hablo por mí y sin dobles sentidos), pero lo que es en la actualidad debe ser que también la crisis ha amenazado con llevarse por delante hasta lo más costumbrista.
Dicen quienes llevan más años acudiendo cada septiembre, octubre y noviembre a la plaza Joaquín Elizalde que el logroñés mercado de los pimientos ha quedado tocado de muerte. ‘Reventado’ en palabras de los pequeños agricultores que ayer mismo eran denunciados por primera vez por la Policía Local de Logroño por venta ilegal después de que, eso sí, el recaudador cobrase lo correspondiente a la autorización municipal por montar el tenderete.
Y es que donde un decreto de Alcaldía establece que únicamente se pueden vender pimientos, tomates, guindillas y ajos es habitual que, ahora que la temporada de pimientos llega a su fin, se acompañe el producto que da nombre a todo un mercado con lo que sobra de la huerta: lechugas, escarolas… alguna que otra pella. Hasta la fecha se había estado haciendo la vista gorda pero ayer, tras dos advertencias previas, todo cambió…
Los agentes del orden actuaron a instancias de los comerciantes de la zona, según la explicación municipal, y no de oficio… y ello se vio traducido en hasta 19 denuncias de 30 euros cada una pese a que los planes del Ayuntamiento pasan por mantener “como siempre” la cita que cada otoño anima la zona Este de la capital los martes y los viernes. ¿Quiere eso decir que aun no actuando de oficio la Policía Local atendería una posible llamada denunciando, por poner un ejemplo, la doble fila en Logroño? Probaremos pues…