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Javier Campos

NANAY DE LOGROÑO

Historias de pasaje y pasarela

Las obras del soterramiento han traído y traerán cosas, de momento una estación de ferrocarril del siglo XXI a la espera de las próximas conexiones viarias entre Cascajos y Lobete, pero también se han llevado y se llevarán otras. Las más recientes, la pasarela provisional que permitía el tránsito entre Juan Boscán y Lope Toledo y el túnel o pasaje de la Estambrera, que posibilitaba acceder desde la plaza de Europa (a puertas de la vieja estación hoy también desaparecida) hasta Marques de Larios.

Hoy, dos pasos en superficie, si bien provisionales, sustituyen a las otrora únicas salidas peatonales entre Cascajos y el centro de la ciudad… Primero fue el pasadizo, el mismo que durante tanto tiempo condujo a los más atrevidos desde la ciudad conocida al entonces extrarradio.

 

 

Aquella puerta de entrada a lo desconocido que tanto se prestaba a la aventura bajo las vías del tren nunca gozó de buena fama: “Misteriosos relatos de agresiones sin confirmar, merodeo de las bandas de camorros de la época (a lomos de sus Bultacos, la mirada turbia y promiscua) y el famoso miedo a salir de noche, frase con que alguien tituló cierta película. Aún sobrevivía el gigante de la Estambrera, luego engullido por las promociones que se asoman a la circunvalación. De la legendaria fábrica de géneros de punto (otra expresión muy años 70) volvían valientes a casa las chicas que allí trabajaban, pioneras del empleo femenino en que se iniciaron sus abuelas de la Tabacalera, temerosas de alcanzar Logroño a través del pasadizo famoso. Alguna precisó el auxilio de su novio, en plan escolta”, como escribió Jorge Alacid en su extinto ‘Desde Portales’.

Tras años de servicio, la construcción de la pasarela, que pese a ser calificada con el adjetivo de provisional hasta hace tres días llevaba visos de tornarse en eterna, ganó la partida. Hoy no queda nada de todo aquello y desde este mismo blog se ha ido invitando a los lectores a que tirasen de memoria y nos recordasen alguna vieja historia ligada tanto al pasaje como a la pasarela ya desaparecidos. Y aquí el pasaje gana por goleada.

 

 

Historias como a las que ya remitía Carlos cuando en marzo del 2010 estas crónicas ‘majas’ de ciudad ya adelantaban la desaparición del túnel o pasaje de la Estambrera: “Para muchos logroñeses estos lugares oscuros, con graffitis, con pasadizos y escaleras nos hacían imaginar por un momento que estábamos en el Nueva York de los ochenta cogiendo el metro hacia Brooklyn… ¡Cosas de pueblo!”, escribía en un comentario.

Y es que, tal y como recordaba vane24, el mismo nunca fue apto para todos los públicos. “Mi novio vive en Cascajos y fue de los primeros vecinos; un día de pequeño se escapó de casa y terminó en este túnel… había un vagabundo durmiendo y mi novio, que entonces tendría unos 10 u 11 años, no se atrevía ni a moverse porque el hombre estaba allí… Al final lo encontraron sus padres”. La misma confiesa que siendo chica aún era peor: “Yo siempre he tenido verdadero pánico a ese túnel, he llegado a estar esperando a que viniese más gente para pasar por él…¡Sola no me atrevía!”.

 

 

O historias como las que llegaban vía Twitter por parte de @iortemar: “Durante años, cientos de logroñeses cruzaron el túnel de noche y madrugada para ir a la Estambrera y a Europunto a trabajar…”. Y por parte de alguien cuya identidad no desvelaré al confesar que “una tarde mis padres me dieron por perdida. Hoy confieso: ¡qué besos me estaba dando en el túnel de Estambrera!”.

Aventuras, miedos infantiles o ya de más mayores, y primeros escarceos amorosos… De todo y para todos especialmente en un túnel que esta misma semana quedaba sellado para siempre y con él, sus historias. Si tan misterioso túnel dejó de ser lo mismo tras la puesta en servicio de tan visible pasarela (para alivio de una gran mayoría), Cascajos tampoco volverá a ser lo que era sin el uno y sin la otra… Cosas del progreso. Cosas de una ciudad que como todo organismo vivo se transforma.

 

 

 

P.D.

Fotos de Tomás Blanco (1), Juan Marín (2 y 4), y Enrique del Río (3), todas ellas tomadas en los años 90 en los terrenos actualmente afectados por las obras del soterramiento.

Cocinero antes que fraile, Javier Campos (L'Hospitalet de Llobregat, 1978) dio rienda suelta a la creación de sopas de letras en Andalucía, Castilla-La Mancha y Castilla y León antes de llegar a Diario LA RIOJA. Casado con una asturiana, este catalán de nacimiento aunque extremeño de adopción continúa imaginando pasatiempos para los logroñeses y logroñesas mientras, recién estrenada su paternidad, empuja un cochecito de bebé por las calles de la capital riojana.

Sobre el autor


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