“Lo del comer y beber en Logroño estaba claro, pero hay más: es una ciudad chica (153.000 vecinos) y los autobuses no están de adorno, pero casi”. Así ve la ciudad de Logroño El Viajero, el suplemento de viajes del diario El País que el pasado 20 de abril le dedicaba un ’24 horas en…’ en el que con el título de Setenta tascas en una calle se ocupaba de la capital española de la gastronomía 2012.
Sin entrar en más detalles que pueden ser discutibles u opinables (que haberlos, haylos, y no precisamente pocos) me quedo con lo de una ciudad “chica” con autobuses que “no están de adorno, pero casi”. De acuerdo con lo de ciudad “chica”, totalmente de acuerdo; pero en absoluto con lo de autobuses que “no están de adorno, pero casi”.
Y es que la frase de Carlos Pascual, autor del reportaje, no puede llegar en peor momento… Quizás en otro hubiese pasado desapercibida, pero con una subida de precios como no se recuerda y tras la polémica originada en torno a la viabilidad o no del servicio, tal coletilla, teniendo en cuenta que únicamente era para ilustrar la manejabilidad de una ciudad donde se puede acceder a todos los sitios a pie, no está bien traída. Supongo que los 10,7 millones de viajeros registrados por el transporte urbano en el 2011 pensarán lo mismo. Y es que con los autobuses de Logroño no se juega… y menos ahora.
P.D.
Tómese el post como lo que es, un simple post, no vayamos a sacar las cosas de quicio…