Puede que no fuese el escaparate más bonito ni el que más llamase la atención, pero era el escaparate que había… Puede que no fuese el original de principios de siglo, pero era lo suficientemente ‘antiguo’ como para haberlo tenido en cuenta… La liquidación total por cese de negocio no solo ha supuesto el cierre definitivo de ‘El Nuevo Mundo’, uno de los comercios tradicionales del Logroño en blanco y negro, sino que en el traspaso de negocio la capital ha perdido uno de sus escaparates ‘de viejo’ que convertían la calle Portales en toda una muestra de arquitectura a pequeña escala.
Cierto es que la crisis está obligando a echar la persiana a no pocos establecimientos de los de toda la vida, ahora bien, no lo es menos que tras la desaparición de sus fachadas, rótulos y demás elementos diferenciadores no hay motivo económico alguno sino claras muestras de esa cierta cultura del desapego y poca valoración por nuestro patrimonio… Supongo que habrá quien no lo comparta, pero ejemplos sobran y éstos van desde pequeños ‘detalles’ decorativos como el reloj Bergerón a grandes complejos arquitectónicos como la vieja Manzanera.
Centrémonos en los pequeños, esos símbolos de ciudad que por su singularidad se han convertido en referencia obligada para varias generaciones. Y hagámoslo ahora que todavía podemos, pues de seguir así será cuestión de tiempo que la capital los pierda para siempre. Y es que la ausencia de normativa que obligue a su conservación deja al criterio del primero que llegue la supervivencia de, por ejemplo, fachadas como la sombrerería ‘Dulín’ o la corsetería ‘La Villa de Madrid’. ¿Cosas de ‘El Nuevo Mundo’? No, son de éste, del que nos ha tocado vivir y nos negamos a hacer mejor…