Un caso digno del mismísimo Paco Lobatón, de esos que en la década de los 90 emitía TVE en uno de los primeros programas de telerrealidad que se recuerdan… ‘Quién sabe dónde‘ se llamaba, y su finalidad era encontrar a personas desaparecidas. No le vendría mal al Ayuntamiento de Logroño que siguiese en antena, no, pues va para dos años que se halla inmerso en pleno proceso de búsqueda… no de personas, como ya se habrán imaginado, sino de esculturas. Y no una ni dos ni tres, sino cuatro: las denominadas estaciones de la vid.
Ya sé que habrá quien piense que gastar 69.020 euros del dinero de todos en algo que ni está ni se le espera no es para tomárselo a broma, y estoy totalmente de acuerdo, pero a estas alturas creo que ha quedado claro que ha sido la propia Administración local la que se ha prestado al chiste por cómo ha llevado el caso durante todo este tiempo… ni siquiera sus nuevos inquilinos han contribuido a acallar el pitorreo. Sea como fuere, casi 20 meses después de denunciada su desaparición, de las esculturas, que al final es lo que importa, no hay ni rastro.
Agotadas las vías civil y penal contra la subcontrata (Nova Idea Imagen ya fue absuelta por la Audiencia Provincial de Álava de la misma causa recientemente sobreseída por el Juzgado de Instrucción Número 2 de Logroño), el Ayuntamiento ha decidido ahora y solo ahora que ha llegado el momento de pedir responsabilidades a la contrata, a quien a fin de cuentas encargó y abonó el suministro. El problema es que Jazz Group, al igual que el conjunto escultórico, está desaparecida. Y el “problemón”, por tanto, no es ya que aparezcan o dejen de aparecer, sino que lo que costaron (once millones y medio de las antiguas pesetas) se haya perdido para siempre. Y eso sí que es serio.