Si aceptamos que el lenguaje no es inocente, tenemos que admitir que nada pasa por casualidad. ¿Cuántas veces han escuchado últimamente que esto o aquello responde a una campaña orquestada? Según la RAE, la palabra orquestar incluye una acepción peyorativa que significa «organizar una confabulación». Confabulación que, a su vez, puede entenderse como «ponerse de acuerdo para emprender algún plan, generalmente ilícito».
Cree el político que todos son de su condición… y en esa creencia tiende a confundir ‘sus’ intereses particulares o partidistas con ‘el’ interés general o ciudadano. Tan pervertido credo no es nuevo, si bien ahora que los gobernados piden la voz y los gobernantes les niegan la palabra, éstos últimos intentan llevar su dogmática doctrina hasta las últimas consecuencias. Premeditadamente, lo de la campaña orquestada, hasta ahora circunscrito a la arena política dominada por estrategia, tácticas, logística y hojas de ruta (el caso de las esculturas desaparecidas sería un ejemplo), es achacado por representantes a representados, esos que hasta hace bien poco sufrían en silencio tales convicciones.
Solo así se entiende que ante lo que no es más que una queja de usuarios del autobús urbano en silla de ruedas por el mal funcionamiento de las rampas se deseche desde el Ayuntamiento como una campaña orquestada. Solo así se puede comprender que una protesta vecinal más por la supresión o no de un túnel se desprestigie como otra campaña orquestada con la oposición manejando los hilos. Solo así uno se hace a la idea de que ante la entrega de unas cartas de afectados por la hipoteca se criminalice un mal llamado escrache y, por ende, se vea una campaña orquestada. Solo así…
Y lo peor de todo es que tras ese lenguaje poco inocente y ese hecho nada casual, subyace esa otra creencia política tanto o más perniciosa: esa en la que el ciudadano no es capaz de pensar por sí mismo y, sin criterio propio, es manipulado generalmente por la oposición y necesita siempre la dirección del gobierno de turno… Y esa, en Logroño, en La Rioja, en España, en Europa o en el mundo, fue, es y será la verdadera campaña orquestada.