La subestación se va de Cascajos… No sabemos cuándo, pero se va. Una marcha que en sí misma no sería noticiosa, pues su traslado era obligado por el soterramiento –parte de la urbanización de Miguel Delibes afecta a su actual ubicación–. Su importancia, por tanto, está en el dónde. Y es que la instalación eléctrica se irá del barrio, a una parcela entre la circunvalación LO-20 y la autopista AP68, tal y como demandaban los vecinos haciéndose eco el PP.
Recuerdo cómo un servidor se topaba un buen día de noviembre del 2009 con un aviso que decía «peligro de radiaciones en nuestra calle». Los vecinos de Poeta Prudencio se despertaban con tal advertencia colocada a puertas de su casa ‘vía celofán’ sin caer en la cuenta de que los de Marqués de Larios llevaban años sometidos a tal peligro. Se da la circunstancia de que uno ha vivido en ambas calles a lo largo de todo el proceso. Cuatro años en los que, aprovechando el conflicto de alta tensión entre administraciones, Iberdrola siempre ha tratado de imponer sus vatios a base de voltios.
La subestación se va de Cascajos… No sabemos cuánto costará ni quién lo pagará, pero se va. Y es que, por mucho informe declarando su traslado fuera de la zona habitada «inviable técnicamente», siempre quedaba la duda de que la negativa ocultaba únicamente un asunto de dinero. Y ello pese a que nos decían que soterrarla era más cara que construir otra en superficie, como así será.
La economía, que lo invade todo. Tal y como pasa con la cota cero, detrás sólo hay una razón económica. La ingeniería da soluciones para soterrar trenes a la profundidad que sea, de la misma manera que para transportar energía a la distancia que sea. Sólo es cuestión de dinero. A la espera de conocer la letra pequeña del acuerdo, la estación se va… lo suficientemente lejos sólo el tiempo lo dirá.