“Se está intentando por todos los medios que cambie de actitud, pero él sigue obcecado y no hay manera de que acepte ayuda: sigue durmiendo en la calle pese al frío y no sabemos si come o no”. Las palabras del presidente de la Cocina Económica, Emilio Carreras, resumen el sentir general de quien conoce el caso y, en los últimos días, coincidiendo con la caída de las temperaturas, se ha acercado a interesarse por una situación para la que de momento no hay respuesta.
Un joven de Mali, tal y como ya publicase Diario LA RIOJA la pasada semana, pasa día y noche en un banco de la plaza de Amós Salvador rechazando las numerosas manos que se le tienden sin que nadie acierte a entender las razones. Refugiado político en Italia, según ha podido saber este periódico, el malí llegó a La Rioja con motivo de la pasada vendimia y, desde entonces, permanece en Logroño durmiendo en la calle y no aceptando, no ya dinero, sino tampoco comida.
Educadores, trabajadores sociales y profesionales del centro municipal de acogida y del proyecto Alasca y Policía Local identificaron en su día al joven y tratan por todos los medios de que atienda a razones y desista de una actitud que le lleva a rechazar alojamiento y a dormir al raso protegido únicamente por una manta, sin buscar ni siquiera resguardo.
La situación es tal que tales recursos, dependientes del Ayuntamiento, han solicitado a la Fiscalía Superior de La Rioja que intervenga en el caso. Así lo confirmaban ayer desde los propios juzgados. Se da la circunstancia de que tal actuación, que persigue en última instancia sacar al joven de la calle, depende de la existencia de los informes correspondientes que prueben una alteración o merma de sus facultades mentales. “Si está en riesgo o peligra su integridad física, debería poderse hacer algo”, sentencian fuentes conocedoras del caso, quienes no acaban de ver que en un tema así prime la libertad individual y la voluntad personal sobre el desamparo y el daño que se está autoprovocando el propio joven.
Ni los Servicios Sociales propiamente dichos ni organizaciones no gubernamentales ni entidades asistenciales o caritativas. Han acudido psicólogos y personas de su misma nacionalidad por aquello de la confianza pero nada de nada. “Todos los intentos de acercamiento han sido en vano…”. La frase es la más repetida por quienes están pendientes del joven, que se niega incluso a aceptar lo más básico. “A mí me llegó a tirar 10 euros que le di”, explicaba ayer quien le ve a diario. “Le hemos dicho que pase al bar de al lado y pida lo que quiera, y a veces se toma un café… pero nada más”, concluye.
P.D.
Extracto de la información publicada en Diario LA RIOJA y Kiosko y Más.