Que un juez dé carpetazo a un caso no quiere decir que no haya caso, sobre todo cuando el mismo expone que, con lo dicho o aportado, no se puede llegar a esclarecer qué pasó. La reinstrucción de la desaparición de las esculturas no solo no ha arrojado luz alguna sobre el paradero de las ‘cuatro estaciones de la vid’, sino que además se cierra con cierto reconocimiento de imposibilidad, al menos de momento, por parte del Juzgado de Instrucción Nº 2 de Logroño. Solo así se entiende que la conclusión del auto al respecto sea que de las pruebas aportadas y las diligencias practicadas «no se desprenden indicios que permitan la imputación de persona alguna por apropiarse y/o hacer desaparecer las esculturas», aun desconociéndose el destino final de las mismas.
Tres motivos son los que sostienen la decisión del magistrado: lo contradictorio de las declaraciones de unos y otros, que la ausencia de albarán de entrega por parte de Nova Idea Imagen no demuestra que no las entregase, y los actos del propio Ayuntamiento como denunciante, siendo «exactamente los contrarios a los que cabe racionalmente esperar de un cliente que no ha recibido un pedido por el que ha pagado 69.020 euros».
Acreditado queda por enésima vez que se hicieron, estuvieron ahí y, si ahora no están, necesariamente tuvieron que llevárselas… Los talleres de la subcontrata en el polígono Casablanca de Laguardia fueron el último sitio en el que se vieron, perdiéndoseles la pista desde entonces. Nova Idea insiste en que se las llevaron, aunque sin poder precisar prácticamente nada… y Jazz Group dice saber aún menos. Quién y por qué eran y son, por tanto, las únicas preguntas obligadas si de verdad se quiere resolver el rompecabezas. Independientemente de que declaren Vicente Urquía, Inmaculada Sáenz, Ángel Varea o el mismísimo Carlos Cuevas…