Si bien las piraguas han vuelto puntualmente a surcar el Ebro, no es lo que se nos dijo… Ni barcas ni barcaza… solo piraguas, y gracias. El embarcadero del Ebro, ese ‘sitio’ en el que durante la pasada legislatura se invirtieron más de 900.000 euros, continúa con un uso testimonial sólo impulsado tras la apertura de la cafetería. Basta con acercarse a las instalaciones, sobre todo estos días de verano, para comprobar lo que pudo ser y no fue –o habría que preguntarse si es que alguna vez podía haber sido–. De un solo vistazo, y pese a la ensoñación a la que invitan las vistas, uno acierta a entender que lo que comenzó como el sueño de una noche de verano se tornó en pesadilla. Suficiente resulta una mirada para caer en la cuenta de que el proyecto de ocio pretendido en el río se quedó sobre el papel, comprobando y comprobado que el agua lo dejó en papel mojado. Y eso por no hablar de un plan mucho más ambicioso como era el de «convertir el Ebro en la principal avenida de Logroño».