Sucede que acostumbrado como estaba el logroñés medio a levantarse cada ‘previa’ de Reyes mirando al cielo para ver si la niebla permitiría o no aterrizar a sus Majestades, esa mañana fue comprobar que todo estaba despejado y ponerse en marcha con sus críos para ir al encuentro de Melchor, Gaspar y Baltasar. Sucede que han sido varios los años de entre los últimos en que las condiciones meteorológicas habían impedido tan esperada llegada por los aires y en Logroño ya se daba por supuesto que todo dependía única y exclusivamente de la niebla del valle del Ebro. Pero mire usted por donde que, ese mismo logroñés, ya acomodado en su asiento de Las Gaunas, se entera de que, pese al cielo azul de Logroño, el gris plomizo de la sierra de Madrid va a dejarle a él y a sus críos compuestos y… sin helicóptero. Y, claro, enterarse así de que ha vivido tanto tiempo en un engaño no gusta. La pitada, por ello, fue a la situación.
Las ‘cabalgatas del cambio’ han llegado con polémica a cuenta de la tradición y Logroño tampoco se ha quejado al margen de controversias precisamente, por eso, por la tradición. Las Gaunas se llena cada 5 de enero para ver llegar a los Reyes Magos… en helicóptero, aunque sea el del ‘Tulipán’. Que no vale cualquier cosa ha quedado claro y, teniendo en cuenta que cada vez se antoja más complicado que bajen de las alturas –por la causa que sea–, quizás toque replantearse esa tradición. Hay que pensar en un ‘plan B’. Y si no, informar en cuanto se sepa de que no habrá helicóptero, pues ya había quien la noche de antes lo había echado en falta en Recajo. Lo vivido en el campo, con pitada a Melchor y Gaspar cuando trataban de dar unas explicaciones que a ellos no les correspondían, no es de recibo –por no decir otra cosa–. Ya puestos, mejor hubiese estado Piqué, pues la alcaldesa, al contrario que otros años, no quiso dar la vuelta al césped.